En la calle aún le gritan «¡Habla, Túpac Amaru!». En 1984 protagonizó la película de Federico García, Túpac Amaru. Reynaldo Arenas, nacido en Cusco —en la emblemática calle Fierro— en 1944, ya tenía decidido dejar —antes del film— el teatro y la actuación. No eran tiempos de celulares y un antiguo profesor de actuación lo estuvo buscando a pie por toda la ciudad. Lo encontró entonces en un negocio de postres que había puesto con su madre en la Av. Brasil. Le dijo, le insistió, le rogó, que se presente al casting para la película, que él era la persona indicada. El teatro le había enseñado un mundo maravilloso y conocido a grandes maestros, pero necesitaba una vida más estable económicamente, y les empezaba a ir bien en ese pequeño negocio junto a su mamá.
Por: Eduardo Abusada Franco
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(Su madre, siempre ella. Fue una figura tutelar en su vida. No hubo padre. Lo alumbró en la pobreza. Lo trajo a Lima y ella se empleó como trabajadora doméstica en casa de una familia aristócrata. Era la casa de los Hernández Camarero. Buena familia que cobijó al pequeño Reynaldo como un hijo más. Allí tuvo como «hermanastro» al mítico poeta Luchito Hernández.)
Tras rechazar la oferta, mamá le dijo: «Nunca he visto que un profesor insista tanto a un alumno. ¿Por qué no vas al casting?». Le hizo caso y se preparó durante un año para el papel. Subió varios kilos en el gimnasio, estudió sobre la vida del personaje en clases con historiadores, aprendió a montar a caballo en el Potao; y su madre, otra vez mamá, le pasaba palta en el pelo en las noches para que le crezca largo y brilloso como el del cacique rebelde.
Así quedó la estampa de Reynaldo Arenas relacionada a la figura histórica de José Gabriel Condorcanqui. El día del estreno de la película, su madre le tomó la mano y le dijo que lamentaba no haberlo apoyado más. Pero ella fue quien hizo todo, quien decidió uno de los papeles más importantes de su vida. De allí en más, don Reynaldo ha hecho cientos de papeles tanto en teatro como en cine y televisión.
Nos recibió un domingo cualquiera en la sala de su casa. Cumplidos ya los 80 años, sigue haciendo sus caminatas y sigue trabajando. Acaba de ser parte de la película Los Indomables, de Tito Catacora, presentada apenas hace unos días en el Festival de Cine de Lima. Repasamos su vida, su trayectoria. Un camino en el que también tuvo que hacer todo tipo de chambas, desde duplicador de llaves hasta de afilador de cuchillos. Vivió un tiempo en el Puericultorio Pérez Araníbar cuando su madre enfermó, y toda su existencia, aún siendo ya un gran actor reconocido, tuvo que enfrentar las taras del racismo.
Acá le dejamos la entrevista en dos partes:
PARTE 1:
PARTE 2:
Por: Eduardo Abusada Franco
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