- * [Nota: Esta crónica fue escrita en 2018 y ganó el 2do puesto en categoría Periodismo Digital del Premio de periodismo Ramón Remolina Serrano de ese año la Cámara de Comercio de Lima]
Para el 2019, la FPF planea que el fútbol femenino sea una liga plenamente profesional en el Perú. ¿Está el estado de la liga femenina listo para ese paso? ¿Cuáles son las barreras que encuentran las mujeres en este deporte y cómo las enfrentan? Hemos seguido la historia del Athletic Villa, un equipo de Villa El Salvador que juega en la Copa Perú Femenina. A través de las vivencias de este equipo y de sus miembros, en este informe abordamos la problemática actual del balompié de mujeres. Parafraseando a una publicidad: el fútbol se juega con los pies, y la Copa Perú Femenina se levanta con el alma.
Por: Alejandro de la Fuente Cornejo / Eduardo Abusada Franco
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El profesor Juan Abanto Córdova ha mandado una alineación de 4 – 3 – 3. El rival es un equipo muy ordenado: ‘El Agustino’. Sobre la media cancha Deisy Ramírez, capitana del Athletic Villa, detiene el balón hacia el minuto 15 del segundo tiempo. Levanta la cabeza y busca a quién darle la pelota. Un retazo de cancha se le enreda en los pies.
El campo del Estadio Municipal Marcelino Ccayco Arone, ciertamente, parece un campo de batalla más que uno deportivo. Está justo al frente del cementerio Padre Eterno. Los reflectores están caídos y solo hay tribunas en lo que sería el lado de occidente, tomando como referencia la distribución del Estadio Nacional. Oxidadas, además. Alrededor de la cancha, solo un poco de tierra, aderezada con piedras. Allí calientan las jugadoras. Es domingo y la entrada cuesta 3 soles. Los baños: infames. El rectángulo es un rompecabezas mal armado. Pedazos de unos dos metros cuadros, puestos y superpuestos entre sí tratan de dibujar una cancha. Como si fueran varias alfombras viejas, por diferentes partes del campo se levantan, haciendo tropezar a las jugadoras. En otros lados, son visibles aún desde la banca unas largas tiras que salen por debajo de estos trozos de cancha. Terminan siendo una trampa. Es grass sintético.
Supuestamente la Federación Internacional de Fútbol Asociación, mejor conocida en el mundo entero como la FIFA, promociona la práctica de fútbol femenino en todo el orbe. En el año 1991 organizó por primera vez un Mundial femenino, llevado a cabo en China, a 61 años de la primera copa masculina realizada en Uruguay. Sin embargo, esta intención de romper los esquemas sexuales del deporte no parece tener suficiente consistencia. Centenas de estadios con grass sintético son vetados en el mundo entero —por la misma FIFA— al no cumplir las normas técnicas adecuadas para la práctica del fútbol y la protección a la integridad de los deportistas. Sin embargo, el último Mundial femenino se jugó en terrenos de gras sintético. A nadie se le ocurriría que algún partido del certamen masculino podría jugarse sobre esa inadecuada superficie. Este suceso ocasionó las airadas protestas de futbolistas como Abby Wambach, la brasilera Marta y la alemana Nadine Angerer, quienes acusaron a la FIFA de discriminación.
Como sea, el partido debe continuar. Con cancha sintética, natural o de tierra. Si pierde el Athletic Villa, se despide del campeonato. Deisy no encuentra a quién darle la pelota. ‘El Agustino’ marca de manera muy ordenada. La capitana gana unos metros más y llega hasta la media luna del área grande. Intenta un pase y el juez de línea pita offside. Deisy mira fijamente al réferi con el ceño fruncido. Una mirada capaz de fundir el plomo. Es todo el reclamo. De lo que vimos del juego, casi no hay fintas falsas, ni pretenden engañar al árbitro como Neymar y tantos cracks súper pagados. Lo que hay acá es fútbol por el fútbol. Por cierto, a la sazón, hoy tocó como árbitro principal una mujer.
Los que acompañan a Abanto gritan una serie de indicaciones al borde de la cancha. El ‘profe’ tiene un problema auditivo, y solo escucha bien usando un audífono. El partido acabó empatado 0 a 0. El Athletic está aún con vida en el torneo. Si mereció ganar o perder, no es el punto. Acá se gana con goles. Los lloriqueos y excusas, para el torneo de varones.
DE BILBAO A LOS ARENALES DEL SUR DE LIMA, EL NACIMIENTO DEL ATHLETIC VILLA
El Club Athletic Villa (… de Villa El Salvador, valga la aclaración) se fundó el 14 de octubre del 2014 como parte del Proyecto “Futbol Para todas”, orquestado por la Asociación Deporte y Desarrollo. Es un intento de generar en el Perú un proyecto de fútbol femenino, tal cual se hizo con el Club Pauldarrak en España.
El equipo de Villa El salvador fue visitado por dos jugadores del Athletic Club de Bilbao: Carlos Gurpegui y Oscar De Marcos (ambos llegaron a ser subcampeones de la Copa UEFA en su momento). Ellos marcaron el vínculo inicial con el populoso distrito, que alguna vez recibiera la visita del Papa Juan Pablo II. Corría el año 2008 y los bríos de desarrollo en materia de fútbol femenino comenzaban a asomarse. Fue la primera vez que las muchachas del club participaron con la camiseta que hoy usan. Decidieron tomar el mismo nombre del equipo de Bilbao e inspirarse en él. Juan Abanto cuenta que hubo un largo periodo en el que se dejó de trabajar por la falta de sostenibilidad. No se consiguió el auspicio que se necesitaba para poder solventar los gastos necesarios.
“Así, en el año 2014 cuatro jugadoras del club Pauldarrak y la ONG ‘Deporte y Desarrollo’ llegaron para ayudarnos a manejar el equipo. Se consiguió el auspicio de algunos restaurantes de la zona y los vecinos fueron involucrándose más con nosotros”, recuerda el ‘profe’ Abanto. Poco a poco fueron ganándose el cariño de las vecinas y vecinos. Hoy, muchos dicen con orgullo que son hinchas de ‘las leonas del arenal’, como apodan al equipo. El mismo arenal donde se erigió, contra las botas de los soldados y la desesperanza, la ciudad de Villa El Salvador.
Athletic Villa es un club autogestionario. Se mantiene a duras penas, por amor al arte, y al deporte. Las mismas jugadoras costean sus pasajes. “Yo llegué al equipo por invitación de una amiga, que me avisó que estaban haciendo una convocatoria. Vinimos un grupo, de las cuales solamente quedé yo. Fue hace más de dos años. En ese momento vivía en Ate, y venir a Villa eran dos horas de ida y dos horas de vuelta. Por mi amor al fútbol ya me mudé por acá”, nos cuenta Deisy Ramírez. Un amor que tuvo desde muy niña, cuando su mamá la matriculó a su hermano y a ella en una academia de fútbol. “Nací con esa pasión. Mi afición siempre ha sido el fútbol. Me compraban muñecas, pero yo quería una pelota”, dice; y, confiesa, también, que era hincha del querido ‘Chorrillano’ Palacios.
“El pago del campo de entrenamiento va por nuestra cuenta. Antes era gratis (pero en horarios muy complicados). Teníamos convenios. Hoy no. Gracias a Dios algunas marcas nos apoyan. Eso permite cubrir gastos de pasajes algunas veces. De ganancia solo queda la ilusión de que algún día pueda ser valorado nuestro trabajo”, dice el ‘profe’, siempre optimista. Fue así como lo conocimos también un domingo, varios meses atrás, cuando un amigo nos invitó a ver un parto del Athletic en el Estadio Unión de Barranco. También una cancha con mucha tierra. Esa vez, las ‘leonas del arenal’ se fueron con un triunfo. Han pasado algunos meses, y aunque siguen peleando en el campeonato —que es la Copa Perú en fútbol femenino—, las condiciones materiales no parecen mejorar.
Pero el Athletic, el nombre como tal, ya conoce de adversidades. En virtud a ello, ha encontrado formas de existir… y resistir. Así, es conocido el regionalismo vasco. De hecho, la base histórica del Athletic del País Vasco es con jugadores nacidos allí. En el equipo de Villa El Salvador ocurre lo mismo. “Hemos adoptado el modelo del club en España. Casi el 100% de chicas viven en Villa el Salvador o pertenecen a distritos de Lima Sur. Creemos que podemos representar con hidalguía y pundonor a nuestro distrito. Generar orgullo. Y que sientan una identificación con nuestras chicas. Que vean que, a pesar de las dificultades, se pueden lograr grandes cosas. Villa es un distrito emergente, con gente luchadora y obrera”, afirma Abanto. Aunque también acá puede haber una explicación muy pragmática. Para chicas de bajos recursos, ir a entrenar muy lejos, luego de trabajar, sorteando el tráfico infernal de Lima, resulta una carga demasiado pesada.
Por lo pronto, han logado varios avances. El club, desde hace casi dos años, cuenta con 3 categorías de Competencia: Fútbol (mayores y sub 16) y Futsal. También una academia para menores.
NO SÓLO DE GOLES VIVEN LAS MUJERES
Por su parte, el fútbol masculino hace alarde millonarias cifras. Se puede vivir de ello. Incluso, se puede gozar de una vida acomodada no practicándolo en un nivel estelar. Sin embargo, la brecha salarial en cuanto al fútbol femenino es impresionante. «En comparación a un hombre que puede ganar hasta S/ 20.000 mensuales o más [en el medio peruano], a lo que se suma los patricionios, es abismal la diferencia», dijo —en entrevista para el diario El Comercio— Alexandra Herrera, cofundadora de Ligas Femeninas, grupo que impulsa la práctica del balompié femenino en nuestro país. Además, informó que así debe ser por normas FIFA. Es decir, la Federación Peruana de Fútbol (FPF) está obligada a lograr que el futbol femenino sea profesional, esto es, rentado. Las chicas deben tener éste por ocupación principal.
Pero ellas saben que es imposible. Lo tiene muy claro también Nancy Rivas Soto, volante del Athletic Villa. “Cuando tenía 18 años yo quería dedicarme netamente a esto, pero no hay mucho apoyo. Si me dedico al futbol de lleno, ¿de dónde sale la comida? ¿De dónde salen mis gastos? Para una mujer es imposible dedicarse a este deporte, no hay apoyo de la Federación. El dinero de los sponsors apenas sale para material de entrenamiento. Nuestro entrenador trabaja gratis. No tenemos plata nosotras para pagarle. Mi mamá no quiere que siga jugando. En cambio, a mi papá le gusta el fútbol y me da ánimos; pero yo sé que no hay futuro en esto. Siempre he querido entrar a la Selección, pero tampoco hay apoyo”, nos explica Nancy. Tiene 20 años de edad y pocas ilusiones en esta profesión. Nos cuenta también que el campo donde ellas entrenan no tiene las medidas reglamentarias. Se trata de una cancha para fútbol-7. “Se nos dificulta jugar en un campo grande porque ya nos vamos acostumbrando a otra dimensión”, explica. El rival de turno, El Agustino, al menos tiene la suerte de entrenar en una cancha grande, ya que cuenta con el apoyo de la Municipalidad local.
Y si hablamos de lesiones, la cosa se pone más grave. Nancy alguna vez se desagarró una pierna en un partido, y tuvo que curarse, sobre la carrera, apenas con un spray. Nadie podía costear una consulta en una clínica. De hecho, en el match que vimos, cada vez que ocurría un choque fuerte, eran los respectivos entrenadores, los que ingresaban al campo a toda velocidad, apenas con una botellita de agua en la mano como todo equipo de primeros auxilios. Camilleros y médicos: inexistentes (A este punto, cabe recordar a Yair Clavijo, un deportista de apenas 18 años de edad, que falleció en pleno partido, en 2013, al no haber instrumentos de resucitación en el estadio).
En el mismo sentido lo ha observado Rosa Muñoz, periodista especializada en deportes que narra los partidos de la Copa Perú Femenina 2018. Dijo para diario Depor, apenas hace una semana: «Están jugando, por ejemplo, en una cancha de Villa El Salvador que es terrible. Las condiciones de la cancha llena de huecos, los baños, los vestidores, no hay ambulancias… todo es desastroso. No hay ni condiciones básicas. Es una realidad, hay que decirlo”.
Por ello es que, difícilmente, pueden dejar sus labores alimenticias para entrenar a tiempo completo. Deisy, por ejemplo, tiene una carrera técnica en computación e informática. Trabaja en una empresa de costura en Chorrillos, y va lista con sus cosas para volar a los entrenamientos apenas concluidas sus labores. De una u otra forma, asegura que ya se acostumbró. A su vez, también da clases de futbol con el profesor Juan, como parte de la academia para niñas y niños que está impulsando el Athletic. El caso de Nancy es similar, ella también trabaja por Chorrillos y tiene que ir apresurada a los entrenamientos. Pero ella ya decidió, tras un golpe realidad, que de esto no se puede comer. “Yo juego fútbol por hobby. Tengo un trabajo estable. Soy asistente administrativa de una empresa”, remarca.
También es complicado el caso de Mary, quien es madre de familia, y a este paso ya va a desarrollar el poder de la bilocación para poder jugar y estar con su niño al mismo tiempo.
El tema de los auspiciadores privados también es dramático, por no decir inexistente. La camiseta del Athletic tiene hasta seis avisos estampados. Son solo negocios de Villa El Salvador, como la Pollería Nobels, que lleva el anuncio más grande. «Es un mercado que recién está surgiendo (…). Se trata de un mercado de nicho, porque recién está en ascenso y la selección peruana de hombres es la que domina todo, a pesar de que las mujeres son el 30% de las taquillas de los estadios. No es que a las mujeres no les guste el fútbol, se trata de un paradigma social», declaró Alexandra Herrera para el artículo que ya citamos. Es más, el mismo informe indica que “las chicas que integran la selección de fútbol amateur de la liga reciben de la Federación S/ 5 por concepto de pasajes para ir al entrenamiento. Eso es todo.”
Siendo que es virtualmente imposible vivir del fútbol femenino en el Perú, el Athletic Villa no solo se enfoca en lograr el rendimiento y los resultados deportivos de sus jugadoras. “Nos enfocamos en que ellas también tengan un crecimiento personal. Sabemos y lamentamos, tal como están las cosas, que del fútbol no van a vivir. Complementamos el lado del deportivo ofreciéndoles y buscándoles becas de estudios en carreras técnicas o de nivel superior. Todo ello en base a su vocación. Actualmente contamos con más de siete chicas beneficiarias”, cuenta Abanto.
PROFESIONALIZACIÓN PARA EL ¿2019?
Actualmente lo que se está jugando es la Copa Perú Femenina 2018. Son 20 equipos los que disputan esta fase del torneo, siendo los más fuertes el de Universitario de Deportes y Sporting Cristal. Para el resto, como ya hemos visto, se trata de algo básicamente amateur, aunque las normas de FIFA exijan a la FPF lo contrario. No obstante, la entidad peruana ha anunciado que para el 2019 todos los equipos que juegan en Primera División deben contar con un equipo femenino profesional. Suena bonito, suena bien. Pero no parece algo realista. La ya citada periodista Rosa Muñoz pone en duda esta meta: «Creo que este plan no ayudará al correcto crecimiento. Yo siento que la FPF tiene que meter más la mano. Debería destinar un poquito más de su dinero para que se pueda ver el tema de infraestructuras. Sé que es una tarea de todos, de los clubes, dirigentes, empresas, pero hay que verlo de lado lógico. ¿Qué empresas quieren invertir en equipos que ni siquiera se muestran en una pantalla? Una empresa justamente lo que quiere es que su marca se vea» (declaraciones para diario Depor).
Intentamos comunicarnos por diversos medios con la FPF para este informe, pero no tuvimos una respuesta amplia. En un primer momento, Sisy Quiroz Villarán, Jefe de Desarrollo División Femenina (sic), tuvo la amabilidad de contestarnos un solo correo electrónico. “… le comento que aún estamos en proceso de definición y planificación del plan estratégico de femenino, por lo cual no le puedo anticipar ni dar información al respecto hasta que se emita la comunicación oficial”, fue todo lo que nos informó. Tratamos de ampliar dicho dato, pero no nos volvieron a contestar hasta el momento de publicado este texto.
Discriminación, empoderamiento y feminismo
En sociedades como la peruana, en la que los estereotipos están muy presentes en la mentalidad de la comunidad, es común escuchar discursos sexistas como por ejemplo “el fútbol masculiniza a la mujer” o “las mujeres que practican fútbol son machonas”. Así nos lo contaron también algunas de las entrevistadas para este reporte. “Cuando yo empecé me decían que era machona, varios calificativos, pero ahora, poco a poco, esto irá cambiando. Yo me siento feliz cuando veo una mención de la Copa Perú Femenina, aunque sea pequeña. Ahora, cuando los chicos me ven jugar, algunos dicen “mira, sí juega… juega mejor que tú”, bromeándose entre ellos”, cuenta Carmen, aguerrida back central.
No obstante, vale la pena destacar dos puntos importantes en cuanto a la participación femenina y su incursión en el fútbol. Uno de ellos es la alta concurrencia de mujeres en los estadios de fútbol. Ya sea en la capital o en regiones, las graderías exhiben un matiz de género importante. Pero parece haberse estancado en ello.
El segundo aspecto está dentro del periodismo deportivo. Ante la proliferación de programas de deportes se ha podido evidenciar una presencia femenina importante. Algunas veces se les da roles de conducción, como queriendo hacer notar que su presencia es protagónica. Pero esto no es del todo cierto. Lo concreto es que solo se les pone en el rol de conducción —la más de las veces, apelando su “belleza” física—, más no en el de análisis, que es la parte medular del periodismo sobre el balompié. Y es que la monstruosidad del negocio mediático en relación al fútbol no admite —salvo excepciones— la incorporación central de las mujeres.
Según la doctora en sociología Laura Pautassi “el empleo no sólo procura ingresos, sino vínculos sociales. Más allá de su importancia económica, tiene un enorme significado simbólico, ya que para muchas mujeres el acceso al trabajo es un paso importante en un proceso más amplio de autonomía y ejercicio de derechos ciudadanos…”.
Algunas empresas ya lo han entendido así. Entre los informes que hemos revisado, hemos encontrado que más de 40 empresas en el Perú ya impulsan la práctica del balompié femenino entre sus trabajadoras como una forma de empoderamiento.
¿Por qué algunos deportes fueron “destinados” desde su concepción como una práctica masculina? ¿Hasta dónde tenemos que remontarnos para comprender esta relegación de la mujer en este ámbito? Probablemente podríamos trazar una línea paralela en las prácticas agrícolas. En ellas se le imprime a la mujer una carga de delicadeza y fragilidad que fue aplicándose para todos los aspectos de la vida cotidiana, incluyendo, desde luego, el deporte. Y es que la mujer siempre estuvo relegada a funciones más de recolección, mientras que el hombre se encargaba de oficios más de acción física como la caza; y, por ende, el deporte.
De acuerdo a los sociólogos estadounidenses D. Stanley Eitzen y George H. Sage, la razón de estos estereotipos, es que se asumía que la actividad deportiva masculinizaba a las mujeres; pues se trataría de un dinamismo en la que su integridad física se ve en riesgo. He allí una de las razones pseudocientíficas de la marginación y la aparición tardía de la mujer en los campos competitivos.
Un ejemplo de ello es lo acontecido en las Olimpiadas de Moscú en 1960, cuando el comité organizador negó la participación de mujeres en la prueba de 3 mil metros (atletismo) por considerarla muy dura para la práctica femenina. El comité argumentaba que ello podría alterar adversamente el metabolismo de las mujeres. Un pensamiento que quedó enraizado, incluso, varias décadas después. Recién en 1984, esa prueba de atletismo pudo ser incluida también para mujeres en los juegos olímpicos de Los Ángeles.
Una excusa vaga para esta segregación que alimenta la disparidad es la divergencia fisiológica y una supuesta “abismal diferencia” en el nivel de juego con relación a los hombres. Argumentos azuzados por los medios de comunicación, quienes no brindaban —incluso hogaño— la cobertura necesaria a las prácticas de deporte femenino.
Una clara muestra del sexismo presente en la práctica femenina del fútbol es lo manifestado por el mismísimo expresidente de la FIFA, el muy famoso Joseph Blatter (también vinculado en actos de corrupción internacional). El susodicho propuso un cambio en la indumentaria deportiva de las mujeres. Sugirió pantalones más cortos y ceñidos y camisas sin mangas para crear una estética más femenina y atraer a más hombres como espectadores. Este es un pensamiento, lamentablemente, anclado en la idiosincrasia popular. Sin ir más lejos, en el partido que el Athletic Villa jugó en el Agustino pudimos ser testigos de lo siguiente: Un grupo de muchachos apostados a las afueras del estadio, observando el partido a través de unas rejas viejas, conversaban en tono jocoso y burlón. “Qué rica está la número 8”. “A esa árbitro le hago todo, mi amor”. “Mira esa jugadora, parece hombre”.
Empero, como bien sabe cualquier persona con pensamiento un poco más allá de la lógica de barra brava, el deporte, y en especial el fútbol, puede ser una herramienta integradora de la sociedad. Tanto entre clases bajas y capas altas, como entre hombres y mujeres. El fútbol, bien llevado, democratiza. “Practicar fútbol o cualquier deporte hace que las mujeres sean parte de la sociedad, les permite mantener estilos de vida saludables y crecer en autoestima y autoconfianza para que sean activistas de sus derechos”, afirma Khalida Popal, quien no solo fue la primera capitana de la Selección femenina de fútbol de Afganistán; sino, que es también una ferviente luchadora social.
La rotura de paradigmas y absurdos esquemas de género en cuanto al fútbol femenino, no solo genera una inclusión y una apertura en lo estrictamente deportivo. Es una batalla aún por ganar en la lucha feminista.
Como vemos, el fútbol —y el deporte en general— es una vía más mediante la cual se puede trabajar el empoderamiento de las niñas, adolescentes y mujeres; siendo, de esta manera, un instrumento para reducir las brechas de género. Un pequeño universo en el cual no existe segregación y todos son medidos en base a sus capacidades (deportivas). Sin partir de ninguna premisa divisoria, sin estigmatismos. El fútbol es, finalmente, aquel barco que navega por aguas turbulentas tratando de encontrar esa equidad que fuera del rectángulo verde es esquiva.
Por: Alejandro de la Fuente Cornejo / Eduardo Abusada Franco
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