Hoy terminé de ver este documental: ‘En la vereda de la sombra’. Es sobre el periodista argentino Fabián Polosecki, conocido simplemente como ‘Polo’. Imperdible material para todos los amantes del periodismo, la crónica… para los cazadores de historias.
Polo fue de esos periodistas que se hicieron con las máquinas de escribir, quizá una de las últimas generaciones a la que le corría tinta por las venas. Hijos de las dictaduras militares del Plan Cóndor, se nutrieron de la subcultura de los años 80. Una que tenía al género del cómic a la misma altura que sus «padres» del Boom. Quizás por eso Polo supo buscar ese maridaje exacto entre la imagen y la palabra.
Exmilitante del Partido Comunista de Argentina, y crítico de las autoridades del mismo, dejó la vida partidaria, más no la sustancia de las clases populares que lo hacía buscar historias fascinantes entre los desposeídos de la sociedad; los desclasados, aquellos que no están en las estadísticas de los niveles socioeconómicos A,B,C,D… En busca de ellos fue Polo, al inframundo. Personajes extraños, marginales; habitantes en los límites de la locura feliz y la desesperada cordura, entre lo que debe ser y lo que era. Lo que Don Juan le enseñaría a Castaneda como la «realidad ordinaria» y la «realidad no ordinaria».
A fin de cuentas, ¿no es acaso la locura otra forma de ver las cosas? Y es precisamente como Polo llamó a su programa más celebrado: ‘El otro lado’.
Hasta que un día todas las historias que vio, grabó y narró le reventaron dentro del pecho. La locura, finalmente, también lo capturó. La búsqueda de las historias más inverosímiles, y que sin embargo eran ciertas, acabaron por liberar en este hombre las tempestades de su alma irremediablemente insatisfecha. Se mudó a una isla en el delta del río Paraná, de la cual, algunas veces, volvió él a Buenos Aires, más no su espíritu, perdido para siempre en los vericuetos de lo innombrable.
Entre los reportajes que había hecho, evitó mencionar un lugar donde los suicidas se lanzaban a las vías del tren. Pensó que podía ser un manual perfecto para la muerte, y vio que éticamente no debía mencionarlo. Conocía el sitio. Un 3 de diciembre de 1996 acudió a la Estación de Santos Lugares. Consumido por el fuego que lo abrazaba desde el fondo de sus pensamientos sin rumbo, Polo saltó al encuentro de una locomotora en movimiento. Tenía apenas 32 años.
Pueden ver el documental en este enlance:
[Nota: Escribí este breve texto creo que en 2020]
Por: Eduardo Abusada Franco
Seguir a @eabusad IG: @eduardoabu79
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