El pasado 28 de enero falleció, a los 99 años, tras una vida plena y llena de risas, la actriz Jesús Morales, una de las figuras de la comedia televisiva peruana. Recordé entonces a otras figuras de su generación, como a Doña Cañona, interpretada por la gran Alicia Andrade. Ella ya falleció en 2010, pero rescaté esta entrevista de mi archivo que hice en 2008 para el diario Trome. Espero les guste:
Por: Eduardo Abusada Franco
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Aquel peruano que supere los 25 años y no recuerde a la incorregible Doña Cañona, no conoce lo que es reír hasta las lágrimas. Alicia Andrade daba vida a ese entrañable personaje, y junto a su ‘comadre chismosa’, la gran Esmeralda Checa, fueron las actrices cómicas más importantes del archipopular programa Risas y Salsa.
Doña Alicia, tanto tiempo sin saber de usted, ¿cómo se encuentra?
Ahora estoy pasando por una enfermedad, una celulitis que me ha salido en la pierna… en la pierna por el tobillo hacia arriba. Ya pues estoy alejada de la televisión como 4 ó 5 años. Lo último que hice fue trabajar con Carlos Álvarez.
Cuéntame un poco de usted, ¿creo que no es peruana?
Bueno, yo soy hija de padres extranjeros. Mi padre era español y mi madre italiana. Nací en el Callao, en Bellavista. Ahí me crié en la hacienda de mis abuelos italianos, los Rossi, con toda mi familia. Por ahí había un paradero antes donde se tomaba el tranvía que venía de Lima, de la Plaza San Martín al Callao. Ahí al ladito estaba la entrada a la hacienda de mi abuelo. Era inmensa, llegaba casi hasta Lima. Era una hacienda ganadera y montaba a caballo perfectamente desde los 8 años, y de esos caballos grandes. También montaba las mulas que tiraban las carretas.
¿Ya desde chiquita era así comediante o tímida?
Ah, sí, yo era la mona de mi familia, me gustaba remedarlos y me andaban resondrando. Era tremenda, juguetona, alegre. Me gustaba jugar a los artistas. Jugaba con mis primos que vivían en la misma hacienda. Tenía mi tía Elenita, que en paz descanse, bien rubiesita y le decían Pichina porque era pequeña. Y la tenía seca imitando como se agarraba la cara, cruzaba las manos, como hablaba… [ríe]. Yo era la payasa.
¿En el colegio también era traviesa?
Lo mismo. Me encontraban las profesoras arriba de las carpetas zapateando y bailando. A veces llamaban a mi papa, me decía «ya no sé qué hacer contigo». Mi mamá quería que me pusieran en uno de esos internados buenos para que yo saliera hecha toda una señorita, como mis padres; pero mi padre se opuso hasta la muerte, quería tenerme a su lado.
Supongo que en ese tiempo el Callao era tranquilo, no como ahora.
En esa época tú te encontrabas mucho con europeos. Había mucho español e italianos, con sus tierras, negocios. Lo que hay ahora no existía, eran todos gente decente y laboriosa.
¿Y cómo empieza en la actuación de manera profesional?
En esa época era bien conocida Radio Central porque pasaban muy buenas radionovelas que a mi mamá le encantaban. Habían artistas buenazos. (Algunas radionovelas) eran con auditorio en vivo en la radio. Yo me alocaba por escucharlas y las remedaba y jugaba con mis primas a hacer radio teatro. Entonces ya de jovencita fui con una prima al Teatro Colón y ahí también estaba Radio Central, y nos metimos ahí. Nos vieron jóvenes, bonitas y nos hicieron pasar. Me acuerdo que nos presentaron al Sr. Arrunátegui, muy conocido en ese mundo, y no sabía que hacer, sólo le faltó llevarnos a la azotea. Para mí fue un esplendor. Comencé a ir seguido para ver los ensayos y fui conociendo gente y metiéndome a eso.
Entonces usted empieza en papeles románticos, ¿cómo le entra a la comicidad?
Había una española, gran artista, que me aconsejó. «Alicia, tú con tu figura, con lo que eres, cómo ganarías plata en el extranjero, dedícate al teatro», me dijo. Entonces, cuando salíamos de las grabaciones nos íbamos al famoso café El Patio, frente al Teatro Segura. Iban toreros, escritores, artistas, músicos, etc. Un día entra un señor bien plantado, Ernesto Albán, que tenía una compañía de teatro en Ecuador y me fue a buscar y me contrató para irme a trabajar allá donde trabajé muchos años haciendo papeles serios.
Usted impresionaba a los directores pues, tenía buena figura ¿no?
Yo era figurita. Realmente en esa época era una mujer bastante hermosa. Conservaba un cuerpo muy bonito y me arreglaba bien. Cuando Albán me contrató estaba toda platinada con una cola que me llegaba a la cintura, muy vistoza. Me hacían llegar flores. En esa época la gente era mucho más amistosa. Ahora tienes que correrte si alguien se te acerca.
¿Pero cómo llega a Risas y Salsa, a la comedia?
Yo me tuve que venir de Ecuador porque ya mis padres estaban muy viejitos y me llama un señor —que murió ya—, uno de los buenos actores que manejaba el canal 5, no me acuerdo su nombre. Fue de frente para [trabajar con ] Tulio Loza de y ahí me dieron Doña Cañona. Pero eso viene después de muchos años, pero sí me gusto el personaje. Además lo escribió Polo Campos, como para mi idiosincrasia como quien dice.
¿En ese tiempo ya estaba Guillermo Guille?
No, ese vino después.
Pero, ¿llegó a trabajar con él? Dicen que era muy mandón.
Sí, pero no me gustó nadita. Me peleé con él. Mira, era un pobre diablo, lo que sigue siendo. Con eso te digo todo, nada más. Pero no hablemos mejor de él.
¿Es cierto que los skechts de Risas y Salsa se hacían improvisados y sin libreto?
Uno ponía mucho de sí pues hijo. Tenías artistas de la talla como Esmeralda Checa y Jesús Morales. Polo me daba el libreto y me decía «ve lo que haces con él». En esa época era un gran libretista Polo, estaba en toda su capacidad.
¿En la calle le siguen diciendo ‘Doña Cañona’?
No, yo no salgo. Cuando lo hago me traen el carro a la puerta y me meto de frente. No soy de irme paseando. Pero si alguien me ve, sí por supuesto que me reconocen, aunque como Alicia Andrade. En esa época sí me decían ‘Doña Cañona’ porque el personaje estaba arriba.
¿Qué es de su comadre Esmeralda Checa?
Ah, seguimos siendo amigas. La verdad una gran artista y una gran persona. Hacíamos una secuencia en que éramos comadres y nos peleábamos. Yo misma escribía lo que decía. Yo era la que le buscaba los pleitos y la fregaba a Esmeralda. Tuvo mucho aceptación.
¿Y en la vida real es así achorada y boca sucia como Doña Cañona?
No, no, no. Eso era solamente parte de mi trabajo, en mi casa no soy así. En casa creo que soy una persona cariñosa, agradecida. Si tú vieras mi casa, es una enciclopedia, me gusta mucho la lectura. Todos los meses me mandan libros de España que mando traer por internet.
¿A qué se debe el gran éxito que tuvo Risas y Salsa?
Eso fue lo mejor, y no habrá nada parecido. En primer lugar, no tienes una sola cómica. ¿Sácame a una, a ver? Las mejores fueron Jesús Morales, Esmeralda Checa, la que habla y también la española Lola Vilar, gran actriz, que hacía cualquier género. Ahora veo más el cable, me encanta ver la serie del Comisario Rex, de un perro policía. De acá del Perú veo a Bayly y la loca ésta que me encanta, la Magaly.
¿En su época no había los periodistas que saquen ‘ampays’?
No, porque no habían las cosas que hacen ahora. ¿Dónde ibas a ver mujeres de mal vivir, que se les ve en la calle media calatas, haciendo barbaridades? Las señoras eran decentes como las Travesí. Era otro mundo. Pero respecto a los cómicos hombres, el Perú tiene muy buenos. Me encanta el programa de Carlos Álvarez y Jb, y también el flaco Armas y Vidaurre y el señor Rossini, una bellísima persona.
¿Está enterada de la situación de su ex compañero Justo Espinoza, ‘Petipán’, quien vive aislado y sin querer recibir ayuda?
Ay, que penoso. Deberían tratar de meterse a la fuerza aunque sea. Cómo no hay gente que tenga un poquito de piedad, porque no se le puede dejar así.
Dicen que era una persona amargada, que tenía roces con todo mundo…
No tanto roces, porque ya por el hecho de su tamañito nadie se permitía hacer un abuso. Tal vez era un poco retraído, pero no una persona que se peleara.
¿Y en su caso, como artista, el gobierno le he dado una pensión?
[Carcajadas] No me hagas reír que se me cae el ombligo. No pues hijito…
Cambiado de tema, ¿vio el partido de Perú con Uruguay?
Ay si. Ya hace años no tengo deseo de mirarlos, pero ese día puse para ver qué pasaba. Apenas prendo el televisor y ¡pam!, le metieron un pepino. Al tiro lo cerré [ríe]. Uno de esos uruguayos alto, rubio, metió la pata y gol, y te voy a decir una palabra gruesa: ¡Se cagaba de risa!, como diciendo ya los comenzamos a cag… a estos. Me dio una cólera. ¡Qué papelón! Después el mundo entero ha visto como han sacado las lisurazas que les decía ese sujeto [Chemo]. O sea que él a punta de carajos, mentadas de madre, quería que los muchachos rindieran cuando no saben ni dónde están parados. Por favor, hay unos que no saben ni escribir.
¿Cree que los futbolistas de ahora no aman la camiseta?
¡Ay no, qué me dices! Ahora son borrachos y burdeleros. No hay uno que valga.
¿Usted hincha de equipo es?
Yo de ninguno porque te mentiría. Antes me gustaba mucho la U.
Por: Eduardo Abusada Franco
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