Daniel F es un personaje que no necesita mayor introducción. Pero es básicamente identificado en la escena musical, cultural y contracultural peruana. De pronto, me sorprendió que escriba un libro sobre la Guerra del Salitre (o Guerra del Pacífico). Específicamente una novela histórica, una ficción. Siendo un género que me cautiva, leí su libro sin pausa. Es atrapante. En un extinto programa de YouTube que traté de hacer lo entrevisté sobre esa obra, Cuando llueve en Iquique. Acá se las transcribo luego de unos años:
Gracias por venir, Daniel. Te conozco como músico, pero esta no es tu primera publicación como tal, ¿no es así?
Yo vengo escribiendo ya desde hace mucho tiempo, desde chico. Más que nada, por la música: empecé a hacer pequeños borradores de críticas sobre discos, supuestos conciertos. Entonces, por ahí ya hay una pequeña ligazón con la escritura.
¿Pero en algún momento, de más joven, aparte de escribir canciones, dijiste “quiero hacer una novela”?
Novela no tanto, no soy muy fanático de las novelas. Pero sí quería escribir algo sobre este tema, de hecho que sí.
¿Cómo nace tu interés por la Historia? Porque acá has hecho un trabajo historiográfico interesante. Veo en los pies de página que has revisado bastante historiografía.
Bueno, somos un pequeño grupito de locos que están muy entusiasmados con todo esto de la Historia. No somos historiadores de verdad seguramente; pero tenemos mucho entusiasmo, emocional, por todos estos detalles de la Historia. Y lo mío comenzó con los cuadros de Lepiani. Ver esos cuadros tan enormes y tan emotivos te sobrecoge el corazón, te impactan. Por allí comenzó mi introducción a la Historia.
¿En tu familia había algún historiador o alguien que contaba de estas historias?
No, pero mi papá trabajaba en el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas. Tenía acceso a ciertos documentos históricos. Hemos conocidos uniformes militares [antiguos] y cosas así.
¿Tu papá era militar?
No, no era militar. Era dibujante. Se encargaba de los planos y esas cosas. Él y mi hermano mayor estuvieron en esa rama. Entonces, cuando comenzó mi entusiasmo por todos estos detalles de la Historia, mi papá se enorgullecía mucho y comenzó a traer muchos libros al respecto. Por ahí fue engordando toda mi información.
Para este libro imagino que has tenido que revisar también artículos de periódicos, documentos y otros.
Aparte de los libros en físico, menos mal llegó la Internet y uno puede meterse en viejos libros bolivianos, chilenos; o lo que decían del conflicto los italianos, los norteamericanos, los alemanes, etc. Entonces tienes crónicas de todos lados y te lo soplas todo.
¿Te has asesorado o hablado con historiadores profesionales, de carrera? Porque pueden ser muy celosos. Critican en este tipo de trabajos que no hay rigor académico; pero olvidan que (lo que has escrito) es una ficción para empezar.
Eso sí. Es una ficción pero intento rescatar ciertas cosas de nuestra relación que hemos tenido con Bolivia y Chile durante esos años; y tratar de rescatar los momentos buenos dentro de una guerra, dentro de un conflicto tan sangriento y espantoso. Y así tratar de recuperar esos pequeños chispazos, esas pequeñas luces.
¿Pero algún historiador te ayudó?
No, no, para nada. Ha sido puro entusiasmo mío.
¿No has tenido críticas de algún académico?
Hasta ahora no. He conversado con un montón de gente (relacionada) a la historia, incluso con chilenos, así como peruanos, y no ha habido mucho rollo.
Para que entiendan los lectores, esta es la historia del soldado Esteban Copollape —Copó— que nace en Iquique, y bueno, al final de la guerra termina siendo chileno porque perdimos Iquique territorialmente hablando. Y através de su biografía están casi todos los procesos de la Guerra (del Pacífico o Guerra del Salitre), todas las etapas: la batalla de San Juan, Miraflores, Chorrillos; las guerrillas en la sierra y tal. Pero hay mucho rigor histórico. Es decir, no en el personaje ficticio, sino en los hechos que él vive.
Es una ficción histórica, definitivamente.
Yo prefiero llamarla —y ahí lo mencionas— la Guerra del Guano y el Salitre, más que la Guerra con Chile. Porque esta fue una guerra no con el pueblo de Chile, sino por intereses económicos…
Como casi todas las guerras.
Pero también hay otras historias, que lo mencionas en la presentación, como la Rebelión de los Hermanos Gutiérrez.
Me interesa mucho lo que se está ocultando en la educacipon local; por ejemplo, estas guerras civiles que han sido tantas desde la época de Huáscar con Atahualpa hasta nuestros días. Y vemos, pues, que tenemos un serio problema entre nosotros para poder llevarnos bien. Y ese es también uno de los grandes motivos por los que se perdió la guerra.
Claro, estábamos en Guerra Civil y a la vez en guerra con una potencia extranjera…
Sí, pues…
Señalabas que te gustaba rescatar en este horrible conflicto —que creo nos va a marcar por varias generaciones más— actos de heroísmo y de hermandad. El propio protagonista no disparaba. Pero yo en un momento pensé que no lo hacía por objeción de conciencia, pero era porque no se le dio la oportunidad.
Claro, el hombre en un momento dado tiene todas las ganas de pelear, de disparar y todo, pero al final no se da. Pero, por ahí, bien que no se haya dado. Al final se queda con esa sensación de que “bueno, menos mal que no maté a nadie”.
Y también (hay actos nobles) del lado chilenos. Pues en la ficción a él lo deja escapar un oficial chileno, que después se hace su amigo. Y hay una cita histórica, de un coronel chileno Holley, creo que en la Batalla de Miraflores, que se niega ejecutar a un grupo de peruanos rendidos.
Hay muchas historias así… lo cuenta Basadre, lo cuenta Thorndike. Siempre están esos detalles. Yo quería rescatar eso, que se ponga en negritas y en letras más grandes.
Eso no nos enseñan en los colegios.
Justamente. Por eso quería un poco destacar eso. De que hubo estos pequeños momentos, estos instantes en que de pronto se borraron las banderas y afloró la vida.
En los colegios nos enseñan tres escenarios: guerra con Chile por el sur, guerra con el Ecuador por el norte; y, el tercero, guerra con Chile y Ecuador a la vez. Pero si tú te pones a pensar, la gente que vive en las fronteras no tiene mucho esa enemistad. Pasan de un lado a otro. No somos tan diferentes por una nacionalidad.
Para los que estamos viajando constantemente —Tacna es uno de mis sitios favoritos—, tú ves la relación la relación que hay entre Tacna y Arica, entre peruanos y chilenos, y es fantástica.
Van a Tacna también porque son más baratos los servicios médicos…
También por eso; pero, por ejemplo, justo uno de mis conciertos cayó el mismo día en que jugaban Perú y Chile. Y en Tacna estaban los postes con anuncios gigantes que decían “Arriba Perú” y “Vamos Chile”. Así grandote. Estaban los dos equipos. O sea, para que vean el partido en tal restaurante, en tal sitio. Así estaban (esos letreros) en varios lugares.
Y hablando otra vez de Historia, si vamos a los antecedentes históricos, cuando España intenta la reconquista de la Colonia… o sea, España manda una supuesta expedición científica a Sudamérica, pero el fin era tomar las Islas Chincha, frente a Lima, y luego ocupar el Perú nuevamente. España manda al buque la Numancia, que era el (blindado) más grande del momento, y cañonean el Callao. Es el famoso Combate del 2 de mayo. Combaten juntas las Armadas peruanas y chilenas. Cantaban los himnos juntos. Grau combatió bajo ordenes de marinos chilenos y tenía parientes militares chilenos, su concuñado. Habían lazos previos de amistad.
Hay toda una serie de familiares que luego se enfrentarían en esta guerra.
Retomando el tema de la guerra en sí. Como decíamos, no solo fue una guerra contra un país, sino que internamente teníamos los problemas de nuestros políticos. En tu novela haces un fresco poco halagador de Nicolás de Piérola, ‘el Califa’. Que por cierto en tu libro sale que le decían así por un torero, lo cual no sabía. Incluso actualmente muchas calles con orgullo llevan su nombre. ¿Crees que Piérola fue un traidor?
Hay todo un debate sobre si fue un traidor o se rehabilitó con su segundo gobierno y todo eso. Yo simplemente digo que el señor era loquito, era un pasado de vueltas; y simplemente le quedó grande el cargo. No creo que haya sido un traidor a rajatabla, sino un trastornado, un idiota que de pronto se puso al frente de un país que estaba en guerra.
Dicen que hasta se alegró cuando murió Grau…
Sí, Thorndike también lo cuenta en sus libros. Hubo una especie de confabulación en contra de la gente que estaba defendiendo el sur, en contra de Grau. Porque Grau lo combatió en una de sus revueltas. En fin, Piérola tenía todos estos anticuerpos, este odio contra muchos oficiales peruanos, y se vengó cuando ya llegó al poder.
Aparte era un conspirador constante, el hombre nunca podía estarse tranquilo.
Sí, siempre.
Me gusta la técnica que utilizas en varios de los diálogos, que están reconstruidos con textos reales de Gonzáles Prada. Supongo que has revisado sus memorias.
Sí, claro, soy fanático de Gonzáles Prada.
¿Tiene que ver el anarquismo con el rock?
[Sonríe] También, sí. Es pues nuestro anarquista más emblemático.
Hay un personaje que me llama la atención en tu novela. Ezequiel, que es un fanático bíblico…
Sí, ya eso es una pastrulada mía. De las cosas que he visto en textos antiguos es que básicamente las creencias religiosas eran católicas, muy fuertes. Por ahí había ya un cierto ingreso de personajes de la rama protestante. El del personaje este es un fanático religioso evangélico, es una libertad que me he tomado. Y quería dejarlo allí puesto en algún momento.
Que se lo palomearon, pero mejor no voy a spoilear.
[Risas]
Hay otro tema que sí me lo comentaron desde el colegio. Que muchos de los campesinos enrolados a la fuerza no peleaban por una idea de patria, de nacionalidad; sino que peleaban por el taita Cáceres, por el taita Iglesias, etc.
Claro, el Perú todavía estaba en formación…
… como ahora.
Igualito, seguimos en transición todo el tiempo. Solo que había menos comunicación que ahora. No había esa noción de patria, de país, de nación. Entonces los estaban llamando para que peleen por alguien contra otro señor que no se sabe qué es. Sí, ha sido todo un desorden.
Una figura que resaltas en el libro, aunque me hubiese gustado que ahondes más, es la de Cáceres. A mí me parece un héroe absoluto en campaña de La Breña, pero luego como político tuvo muchos cuestionamientos. Su principal lugarteniente, Tomás Laines, que era indígena, siguió la resistencia. Pero Cáceres lo ejecutó. ¿Por qué?
Son pues cosas de los políticos. Al final los egoísmos políticos se sobreponen al amor patrio y a todo.
Otro gran personaje de esta guerra es Miguel Iglesias. Se levanta en el norte, en el llamado Grito de Montán, para detener la guerra. Se dice también que se alegró con la derrota de Cáceres. En el 2011 su cuerpo fue traslado a la Cripta de los Héroes en el Presbítero Maestro, pero hubo rechazo porque él firmó el Tratado de Ancón que era la rendición y cesión de territorio a Chile. ¿Tú lo consideras un traidor o era algo inevitable?
No sé qué tan traidor puede ser alguien que ve que su patria ya está en un incendio total y se ve en la situación de ponerle fin de algún modo. Pero también está lo otro que terminó pues cercenando a nuestro país; o sea, el hecho de firmar la paz en un momento en que parecía se podía negociar la paz de otra manera, con la resistencia que estaba haciendo Cáceres y que se estaba rearmando todo el proceso.
¿Cuál era la otra opción había: seguir con la guerra y que nos cercenen más?
O seguir con la guerra hasta que el enemigo diga “bueno, vamos a terminarlo de una vez”; pero con unas condiciones ya no tan salvajes.
No solo había la resistencia de La Breña. Habían otras guerrillas independientes. ¿Crees que era un asunto de terquedad, de resistencia, de patriotismo o había una opción real de revertir la situación?
Eso yo no lo podría decir; pero sí había todo un entusiasmo por revertir la situación, eso sí. Habían actos heroicos muy enormes, pero todo era incierto. Habría que estar en ese momento, en esos zapatos y ver qué se puede hacer.
En tu novela haces también un retrato bastante crudo, hasta sangriento, de las batallas de San Juan y de Miraflores. Te salió medio cine gore allí…
Bueno, ver tantas películas de guerra también te llena de imágenes. Pero no hay peor película de guerra que la que te cuentan las memorias de Cáceres, la que te cuentan los soldados que la han vivido. Esas sí son películas gore.
Has reunido muchas anécdotas, en una parte se habla del ‘fantasma de Palacio’ (de Gobierno).
Ah, en los años 40 hubo un gran incendio en la Biblioteca Nacional. En segundos desaparecieron periódicos, libros, documentos valiosos. Los bomberos, la gente que estaba allí en ese momento, comenzaron a tirar los libros a la calle, los que estaban medio quedamos. Uno de estos medio quemados era un libro sobre la Guerra con Chile. Mi papá lo recogió del suelo y lo llevó a la casa. Ese libro tenía estas historias. Tenía un montón de historias y muchas de ellas eran ficción; pero uno que era chiquito lo leía pues como si fuera lo más real del mundo y vi esta historia del fantasma. Y me apasionó tanto. Era alguien viviendo en el Palacio de Gobierno durante la ocupación, que estaba allí oculto. Cada noche salía y mataba a un chileno y se escondía de nuevo.
¿Será leyenda urbana o existía algún registro de periódicos o algo (sobre el hecho)?
Hay un registro chileno sobre alguien que mataba guardias en Palacio. Pero no tanto como un fantasma.
Otro tema, la batalla de Huamachuco. Esto yo no lo sabía. Mencionas que allí pelearon desertores chilenos, y que fueron ejecutados tras la derrota. ¿Por qué decidirían desertar los chilenos?
Yo no he visto muchos informes peruanos al respecto, pero sí de Chile. En partes chilenos sí mencionan “hemos capturado tantos peruanos y fueron fusilados; y también hemos fusilado 200 traidores”.
¿Pero por qué desertar si estaban ganando la guerra?
No, pero un desertor es un desertor. Alguien que está en descuerdo total, no solo con el país; sino qué se yo, con el encuentro, o le habrá ganado cariño a este país y de pronto estaba peleando bajo bandera peruana.
De eso no se cuenta mucho…
No se cuenta nada. Entonces, en algún lugar de Huamachuco están enterrados allí 200 chilenos esperando a ser desenterrados. Espero algún día estar allí para desenterrarlos y repatriarlos de alguna forma, qué se yo…
Daniel, gracias por tu tiempo. ¿Va a venir otra novela, te lo has planteado, o dijiste “ya me realicé acá como escritor?
[Risas] En el libro que viene vuelvo ya a mis asuntos de música. Éste es ya mi quinto libro publicado, esta es mi primera ficción, mi primera ficción histórica. Pero mis otros libros tienen también historia, sobre música, sobre anécdotas.
Pero ha recibido buenas críticas esto del género histórico novelado. Aparte está adquiriendo de nuevo valor, mira las series de historia de Netflix.
Yo estoy muy contento. Me he encontrando con gente muy fanatizada con el libro y me lo citan al dedillo, y digo wow, este pata en verdad se lo ha leído [ríe]. Estoy muy contento con el resultado.
La entrevista en video a Daniel F, acá transcrita (adaptando algunas partes para el lenguaje escrito), fue publicada en este canal en enero de 2020:
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