Arranquemos intentando una definición. Por “gimnasios de barrio” me refiero a aquellos que no son corporativos, de cadenas, como el Smart Fit, Gold’s Gym o Body Tech; ni tampoco a los de clubes u hoteles tal vez; sino a los que son independientes, de gestión familiar o llevados por una sola persona. Definitivamente, me gustan más que los de cadena, en los que también he entrenado.
Por: Eduardo Abusada Franco
Seguir a @eabusad IG: @eduardoabu79
Debo aclarar, también como comentario previo, que hago pesas desde que estaba en secundaria. Incluso he competido en la universidad en levantamiento de potencia. Por lo tanto, mis apreciaciones se sostienen en base a una larga experiencia de visitar gimnasios. Creo que la primera vez que fui a un gimnasio fue acompañando a mi mamá, que hacía aeróbicos donde Alan Wong. Luego, con mi hermano, recuerdo que nos matriculamos en un gimnasio en Pueblo Libre. Se llamaba Gimnasio Rodríguez. Digamos que fue el primer gimnasio no de cadena al que asistí. He pasado luego por variados: el de Javier Talavera (el más importante representante del culturismo físico peruano), el de la Universidad Católica, el Gold´s Gym, Body Tech, el Millenium (uno de corte “exclusivo” por mi casa), varios de barrio en Mollendo, etc.
Sin embargo, dentro de todos, en los que más fuerte he entrenado y me siento mejor es en los que he dado en llamar gimnasios de barrio. De hecho, llevo unos 4 meses entrenando el Ironman, de Surquillo, y creo que puede ser el gimnasio donde más a gusto me he sentido en toda mi vida. A mis 44 años he crecido 3 centímetros de brazo en este gym, cuando llevaba años sin ningún avance en mi masa muscular. Es más, acá un dato no menor: venden dentro del Ironman uno de los mejores cebiches que conozco y me tomo siempre allí dos tazas de un café bien cargado, a solo 3 soles, que también venden. Para estar más fuerte. También venden un delicioso jugo de maracuyá y para terminar tu vasote de batido de proteínas con plátano a 6 soles.
Repaso, entonces, algunos de los motivos por los que prefiero ese tipo de gimnasios. Son solo apreciaciones personales:
1. No hay colas. El gym anterior al que estaba yendo era al Smart Fit de la Av. Pardo. El horario donde tengo tiempo para entrenar es antes de las 9 am. Y, a veces, luego de las 6 pm. Pero son horas punta, la mayoría tiene los mismos horarios. Simplemente estaba demasiado lleno. No sé si dan membresías sobrepasando la capacidad, pero me enfriaba y me quitaba todas las ganas hacer cola en cada máquina. Te sientes apurado y presionado. Va tanta gente que incluso es incómodo caminar. En los gimnasios de barrio esto pasa mucho menos.
2. En los gimnasios de cadena no te entrenan, no te pautean. Hace más de diez años los instructores sí te seguían. Desde que salió la moda de los “personal trainer” ya no se dedican a uno. Es decir, además de la mensualidad, tendrías que contratar un personal, que es bien caro. En algunos te dan un plan con una app, pero no es lo mismo. Se olvidan de ti. En los gyms de barrio el propio dueño te da rutinas, te ayuda con los ejercicios, va siguiendo tu evolución, te motiva. Y todo por el mismo precio incluido en la mensualidad. Se dedican a cada alumno, pues lo ven como eso, como un alumno, no solo como un cliente que paga y lo dejan curiosear solo entre las máquinas.
3. Los precios claros y pago por día. Hace unos 15 años los gimnasios de barrio sí eran significativamente más baratos. Ahora hay cadenas low cost como el Smart Fit, pero no necesariamente dan informaciones claras en sus precios. Si bien una mensualidad puede ser igual que en un gym de barrio, te salen con costos extras como matrícula, mantenimiento y penalidades si te quieres salir o cambiar de plan. En cambio, en los de barrio se acuerda un pago mensual y nada más. Es más, y esto es una gran ventaja, puedes pagar por día. Por ejemplo, cuando voy a Mollendo, como me quedo solo por días o semanas, pago por jornada en el gimnasio de mi pata Gerardo, que antes se llama Gimnasio S’Bastian y ahora no recuerdo qué nombre le ha puesto. Le pago 5 soles al día y al terminar me vende mi batido de proteína por 5 soles también. No tengo que matricularme todo el mes.
4. Creo que el ambiente es lo que más me gusta. En los gyms de barrio la gente es fierrera, gusta del deporte del fisicoculturismo. En los gimnasios de cadena la gente para mucho en el celular hueveando. Básicamente van más por salud, estética o estilo de vida. En el gym Ironman, al que actualmente voy, recién he podido conocer sobre figuras del culturismo, hitos de este deporte, conversamos del Mr. Olympia, de alimentación para pesistas, ejercicios, de capos históricos del deporte como Ronnie Coleman. Es decir, la gente que va sí es interesada en el deporte específico de las pesas. A mí me gusta, pues incluso he participado en campeonatos de levantamiento de potencia. En los gimnasios de cadena siento que la gente no va al tema de los fierros en sí, no es gente que guste o conozca o practique la halterofilia, el powerlifting o el culturismo físico.
5. Más peso y menos cardio. Creo que las pesas en los gyms de barrio son más pesadas, con lo que te fuerzas a levantar más y generar el llamado “fallo” muscular, con lo que el músculo se hipertrofia, o sea, crece. Por cierto, hay menos afición al tema cardiovascular, con clases grupales de baile, spinning y ejercicios por el estilo. Repito, la gente es más fierrera.
6. Menos distracciones, más amigos. Además, somos muy rutinarios, vamos los mismos a la misma hora y conversamos y ya nos hemos hecho amigos. En los gimnasios de cadena no pasa tanto eso. La gente para en el celular, hay distracciones como los televisores y la música. Por ejemplo, cuando estoy solo en mi gym de barrio yo prefiero no tener música; prefiero escuchar algún podcast de Historia, Literatura o algún tema espiritual en mis audífonos. Uno puede escoger la música, generalmente lo hace el que llega primero y coge el parlante. Incluso hay un pata que va en mi horario y pone muy buena salsa.
En suma, la prueba de lo que digo está en la evolución de mi propio cuerpo. Con 44 años me siento mejor que muchos jovencitos y tengo buenas marcas de peso. Saco 100 kg en prees de banca aún. Tío estoy, pero aún poderoso. Larga vida a los gimnasios de barrio.
Por: Eduardo Abusada Franco
Seguir a @eabusad IG: @eduardoabu79
OTROS ENLACES RECOMENDADOS POR PLAZA TOMADA
- Mario Urbina, el científico que no acabó el colegio y que de niño jugaba con muertos
- “La guerra civil no ha terminado entre ninguna raza (blancos, negros, hispanos, asiáticos) y nadie se da tregua”, Juan Mauricio Muñoz. Entrevista sobre su novela ‘El Imperio y sus despojos’.
- En memoria de Cayo y el Clan Siciliano
- El ascenso al volcán Chachani: 6,075 msnm
- Gladys. La universidad de las conchas negras
- Generación cochebomba, a 16 años de su publicación. Una entrevista con Martín Roldán Ruiz
WhatsAppTwitterLinkedInFacebookMessengerEmailCopy LinkCompartir
1 comentario en «En defensa de los gimnasios de barrio»