A las 7 pm en punto arrancamos con movimientos de calentamiento, pero que también sirven para las luchas. Son movimientos fundamentales, que, entre otras destrezas, te entrenan para saber cómo mover las caderas en la pelea de piso. También les llaman drills. Antes de ello, todos los compañeros hemos entrado al tatame correctamente uniformados, haciendo una reverencia de saludo y respeto. Si alguien llega tarde, debe esperar permiso del maestro para entrar y saludar a cada compañero luego de hacer la reverencia previa a pisar el tatame.
Por: Eduardo Abusada Franco
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Para entonces, los celulares están apagados ya hace rato. Tampoco hay música, y se acabo la conversa previa entre los que llegaron temprano, hablando de cualquier tema. Abraham Alonso, faixa preta —cinturón negro— en jiu jitsu brasileño es nuestro maestro en Sumaq Jiu Jitsu y está explicando la técnica del día. De ahí en más solo se escuchará la voz con las enseñanzas y correcciones del Mestre, la respiración jadeante venciendo el cansancio, el roce de la gruesa tela de los kimonos, alguna pregunta de un alumno recién iniciado o los consejos de algún avanzado; quizás alguna pequeña queja de dolor o pequeño grito para indicar que detengas la llave, que se ha perdido ese sparring. Es lo que se llama ‘tapear’, sea dando una palmada en alguna parte del cuerpo del rival, el suelo o pidiendo tapear con la voz. El compañero debe parar inmediatamente. Tal es la norma y el respeto. No hay más distracciones. Hay que estar atentos, nada te debe perturbar en ese momento. Todos los sentidos puestos en la lucha; en suma, hay que estar presente.
En los últimos tiempos escuchamos mucho las palabras “estar presente” o también “atención plena”. Probablemente lo han escuchado más como mindfulness. Para los hechos, es lo mismo. Significa concentrarse en lo se que hace, tener la mente y el cuerpo en el momento presente y exacto, sin pensar atrás ni en el incierto futuro. Este concepto se usa mucho en los tiempos modernos en que demasiada gente busca escapar a la adicción de la dopamina que genera las redes sociales y demás aplicaciones virtuales. Lo usan en las llamadas terapias holísticas y también los que hacen coaching. En todo caso, esto no es algo nuevo. El budismo ya nos enseña el estar presentes, a través de la respiración y la meditación, desde hace 2,500 años.
Budismo y jiu jitsu
Había escuchado hablar del budismo toda la vida. Pero me acerqué realmente a él hacia el 2019, cuando ya no pude controlar mis emociones de rabia y decepción ante la maldad humana. Tenía que comprender. O, de alguna manera, procesar las cosas que pasaban a mi alrededor sin que me destruyan las circunstancias. Fue así que exploré esa filosofía de vida, aunque mucha gente cree que es una religión; más no es dogmática. No voy a extenderme en el desarrollo del budismo, sino solo en una parte, la de la meditación.
Creía —y creo que la mayoría tiene esta idea cliché— que meditar era poner la mente en blanco. Eso no se puede. La mente está hecha para producir pensamientos, uno tras otro, todo el día, incluso cuando dormimos. El problema es cuando un pensamiento se queda allí. Entonces empieza a crecer como una bola de nieve hasta que revienta. Así, lo que inicia como un fastidio puede evolucionar en odio y concretarse en algún acto de venganza. Simplemente la meditación se trata de observar los pensamientos y dejarlos pasar, sin que te dominen ni gobiernen tu mente. Debes, en los momentos de meditación, evitar los estímulos: celulares, televisión, charlas, imágenes, etc. Solo estás tú, tu mente y lo que te rodea. Con la práctica, empezarás a tener menos pensamientos, de uno en uno. Lograrás enfocarte en uno solo, en cada uno, paso a paso, un pensamiento a la vez. Lograrás la ansiada atención plena y ejecutarás y reflexionarás mejor respecto a lo que estás pensando. Es difícil volverse imperturbable, pero si practicas la meditación notarás mejorías. Serás menos ansioso, más paciente; y tal vez llegues experimentar algo parecido a la paz, una que siempre estuvo dentro tuyo, en tu mente y corazón.
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De tal manera, la meditación es un ejercicio que te ayuda, a través del ejercicio de enfocarte en tu respiración —que es el acto más natural y automático que realiza el hombre desde que nace hasta que muere—, a lograr que tus pensamientos no te afecten negativamente ni que te dominen; tanto sean pensamientos feos o perturbadores, como los obsesivos con la apariencia de ser placenteros. Te debes concentrar en tu respiración, verla, sentirla, compenetrarte con ella. Ello es un ejercicio de la atención plena, del mindfulness, es unaforma de practicar. Lograr atención plena a voluntad, créanme que es tener un superpoder. Así, ante cualquier situación, podrás actuar absolutamente concentrado, sin que te traicione el ímpetu de la ira o te bloque el miedo.
Así pues, encontré en el jiu-jitsu —además de la meditación— una forma práctica, retadora y divertida de ejercer y practicar la atención plena (además de estar físicamente en forma). Como yo lo practico, es un jiu-jitsu terapéutico. Mi mente debe estar en el tatame, en nada más. Los estímulos como el celular se han eliminado durante mi hora de entramiento. Debo enfocarme en lo que ha dicho el profesor y mirar a mi compañero y rival. Ir a la par con él. Es simple. Si de pronto pienso en el partido de fútbol del domingo, en una chamba pendiente, me preocupo porque mi moto no prende; entonces, al dejar la atención plena, me distraigo, hago un mal movimiento o expongo mucho el cuello, y me agarran con una guillotina. En resumen, si me distraigo me ahorcan.
En cada clase puedo llegar hasta 25 o 30 minutos de sparring. Hay sparring todos los días. Hay compañeros que hacen más, pero yo ya tengo 44 años y fumo. En esos 25 o 30 minutos me fuerzo a estar absolutamente concentrado, a desarrollar el mindfulness. Caso contrario, como dije, me sacan la mugre. Incluso si estoy perdiendo, debo esta atento para saber cuando tapear y evitar una lesión.
En fin, encontré en el jiu-jitsu una forma práctica de ejercitar la atención plena. Yo la he empezado a llamar como una “meditación activa”. También podríamos hablar de cómo me enseña el jiu-jitsu a manejar mi respiración, lo que, como ya señalé, es la base de la meditación; pero tocaremos ello en otra columna. No en vano, el maestro Abraham, cada vez que vamos a pelear, me dice “bueno, ahora toca la medicina”. Él, que cultiva un lado místico marcadamente, le dice “la medicina del jiu jitsu”; y no porque te vaya a operar a punta de palancas al brazo, sino porque es un arte marcial sanador para el que lo practica y, por supuesto, creo que aún más para el que lo enseña. En este punto es muy importante que tengas un buen maestro, y que conozca e impulse los beneficios del jiujitsu para todos los aspecto de la vida, no solo para la defensa personal. Puedo dar fe de que el profe Abraham Alonso entiende el jiu jitsu como una alegoría de la vida y su relación con la complejidad de la condición humana.
Y también puedo atestiguar que este arte marcial realmente sana. A veces no tengo ganas de ir a entrenar porque me siento decaído, o tengo problemas, o dormí mal, quizás estoy algo deprimido, o simplemente he tenido un día de mierda; incluso a veces me han afectado dudas de las llamadas existenciales. Aún así, iba por la medicina del jiu jitsu. De pronto estoy allí, ante mis compañeros —y amigos— más jóvenes (yo soy de los mayores de la academia), rápidos y fuertes. También las hay mujeres —al igual que los chicos, más rápidas que yo—. Estoy nervioso antes de luchar, pues sé que son buenos peleadores. Va un sparring, dos, tres. Llegó al quinto. Falta uno. Estoy muy agotado. De pronto, ha pasado casi una hora desde el calentamiento en que ya no pensé en mis problemas. Me enfoqué solo en el tatame. Mis pensamientos negativos dejaron de dominarme. Entro a la sexta pelea. Gano o pierdo, no importa. Suena la campana, un chorro de paz corre por cada vaso sanguíneo de mi cuerpo. Siento que lo logré, que durante esa media hora de peleas, y media de hora de drills y técnica cada minuto fue para mí mismo, mi hora personal, para estar con mi mente y mi cuerpo. Que juntos logramos resistir a los pensamientos abrumadores, a la depresión, a la tristeza… a la maldad que muchas veces tiene la humanidad. Así, respirando agitadamente ya, sudando hasta empapar el kimono, me siento, luego de la campana, terriblemente vivo y en paz.
Por: Eduardo Abusada Franco
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3 comentarios en «El jiu jitsu, arte marcial y una práctica de atención plena»