“Cuando un amigo se va queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo”, cantaba Cortez. Hace poco murió quien fuera el mejor amigo de Dios; es decir, de Diego Maradona. Jorge Cyterszpiler, que había visto el ‘Día de la Creación’ un 20 de octubre de 1976, día en que el pibe de Villa Fiorito empezó a jugar en Primera por el Argentinos Juniors, se fue de esta vida sin despedirse.
Por: Eduardo Abusada Franco
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Allí estuvo Jorge. Como estuvo también en la increíble campaña de los Cebollitas, aquella mítica categoría de 1960, que de la mano de Francis Cornejo, el descubridor de Maradona, brillaron con inusitado fulgor en los Torneos Evita, registrando la imbatible marca de 151 partidos invictos. Para ellos era solo un juego. Pero Jorge no podía jugar. Otro Dios, uno más etéreo y poderoso, decidió que su pierna derecha no debía funcionar. Paralítico de aquel miembro, consiguió algo mejor: ser el mejor amigo de Diego y de los Cebollitas. Con su zurda inmortal, el ‘Pelusa’ compensó lo que natura le negó a Jorge. Pero Jorge estaba lejos de ser débil, apenas con un año más —Diego con 10 y él con 11— se hizo su hermano mayor, y como tal lo cuidaba.
Eran dos caras de una misma moneda. Y Jorge, judío él, tenía un talento propio de su casta: los negocios. Se convirtió en su mánager y negoció su primer contrato, consiguiéndole una casa frente a la cancha donde jugaba, dejando así la miseria del heroico hogar de Villa Fiorito, donde nunca tuvieron agua corriente. Jorge Cyterszpiler supo crear un holding empresarial con Maradona y hacer de él una marca registrada.
Jorge también lo acompañaría en el Barcelona, en el Camp Nou y en cada aventura bohemia en que salían a rendirse a los placeres de las noches góticas. Fue allí, se dice, que Diego empezó su adicción a las drogas. Fue la ciudad condal la serpiente que tentó a Dios.
De todas formas, aquella amistad de hierro terminó por romperse a mediados de los 80’s. “Yo a Maradona no lo conozco, solo soy el mejor amigo de Pelusa. Y con eso me basta”, ya había declarado antes. Tras 26 años sin hablarse, se dieron cita en Dubai en 2011. Comieron, se abrazaron, y no se volverían a ver. El pasado domingo 7 de mayo, entre la 1 y 2 pm, Jorge Cyterszpiler, el hombre que tuvo la dicha de ser el mejor amigo de Dios, ya ahogado en el mar de sus angustias, saltó del piso 7 de un hotel en el barrio de Puerto Madero. Diego y él nunca aclararon el motivo de su separación. La amistad, si es verdadera, no tiene culpables.
NOTA: escribí esta columna en 2017
Por: Eduardo Abusada Franco
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