El abogado, jurista y profesor uruguayo Eduardo Couture Etcheverry decía en su ‘Decálogo del Abogado’: “Lucha: tu deber es luchar por el derecho; pero el día en que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia”. ¿Derecho y Justicia no son lo mismo? Pues no necesariamente.
Nuestro país tiene fuerte tradición en el derecho positivo; es decir, en la norma escrita. También conocido como el Derecho Romano o Derecho Continental (el que se extiende por la Europa Continental, siendo el Reino Unido —la Europa insular— de la tradición del Derecho Anglosajón, no el Romano). Nos guiamos mucho por eso del “papelito manda”. Pero que algo esté escrito, como una ley, no hace que sea necesariamente justa. Por ejemplo, las leyes Jim Crow o de segregación racial se aplicaban de pleno Derecho en los Estados Unidos, sobre todo en el sur. Bajo el lema de “separados pero iguales”, segregaba a la población de raza negra. Hasta que Rosa Parks, una mujer negra, se negó en cederle el asiento en un bus a un hombre blanco, como mandaban tales normas. Ello gatilló la lucha por la igualdad racial en el imperio del norte. Tales normas duraron hasta los años 60. Alguien, que tenga algún aprecio por la Justicia, ¿puede sostener que eran leyes “justas”? Lo mismo podríamos decir del régimen conocido como el apartheid, instalado en Sudáfrica, vigente ¡hasta 1992! La población negra era “legalmente” discriminada por el poder blanco, el sector conocido como los boers. ¿Era justo? Lo mismo sucede en este momento en Palestina, donde la invasión de Israel de la tierra palestina, desde la década del 40, tiene una serie de normas que tratan de manera cruel a los árabes palestinos. ¿Es justo ello?
Para citar ejemplos locales, en el Perú las mujeres no podían votar, “legalmente” hablando, recién hasta 1955. Asimismo, hasta la reforma del Código Civil de 1984 la mujer tenía que tener permiso expreso del marido para trabajar fuera del hogar y el lugar de domicilio lo decidía exclusivamente el marido. ¡1984! No hace demasiado tiempo. ¿Era justo ello?
La Historia está repleta de ejemplos. La esclavitud, como cualquiera que sabe un mínimo sobre el desarrollo de las sociedades, era algo aceptado, amparado por el Derecho las épocas. Sin embargo, ¿podemos decir que la esclavitud es «justa» porque era «legal»?
Los ejemplos citados son de injusticias que eran legales. La ley, así vista, parece no ser garantía de Justicia. Entonces, cabe preguntarse, ¿qué es la Justicia?
Felizmente, la ley no está escrita en piedra, y siendo muchas veces injusta, la fuerza de los cambios sociales permite modificarla. Se quiera o no, la rueda de la historia terminará por mover las normas, en uno u otro sentido. Claro, lo esperable es que sean en el sentido de la Justicia. Pero ésta es un valor, que incluso puede ser variable según los tiempos, generaciones y lugares. La Justicia es así también una aspiración, un deber ser; mientras que el Derecho es el ser, lo que es, y que puede ser tan mundano como fijar horarios de recojo de basura, lo que es algo cruzado más por lo utilitario y pragmático que por el ideal de Justicia. ¿Cómo sabemos, entonces, lo que es Justicia? Decía el gran tribuno de Roma, Marco Tulio Cicerón, en la novela biográfica ‘La columna de hierro’, que la Justicia no está en los códigos legales, sino que ésta reside, en última instancia, en el corazón de los hombres justos.
De éstas y otras reflexiones sobre el Derecho tratamos con mi amigo Luis Fernando Castellanos en libro ‘Relatos de abogados’, del que adjunto la nota de prensa y lugares de venta a continuación:
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