En mayo de 2021 escribí esta columna. En esta nueva escalda de violencia, un capítulo más del genocidio que perpetra Israel contra el pueblo palestino, el Gobierno de ese país ha vuelto a usar fósforo blanco. Esto escribí en 2021 y se repite una y otra vez:
Un balazo, una bomba, incluso un puñal directo al corazón, te puede matar casi sin que te des cuenta. No hay tiempo para eso de que tu vida pasa frente a tus ojos. Pum, ya está. Poco tiempo para el dolor. Pero hay otras formas más perversas de matar, con saña y dolorosamente. Muerte venenosa y lenta. Una de ellas se llama ‘fósforo blanco’. Si cae a la piel causa quemaduras que no cierran. El sufrimiento es constante e indecible.
Los códigos de la guerra señalan que no se puede usar contra objetivos humanos, sino para crear paredes de humo en acciones de camuflaje. Usado en armas como granadas o bombas de fósforo blanco contra personas se considera un crimen de guerra y arma química prohibida. Cuando se usa en bombardeos como arma, además de las quemaduras atroces al cuerpo, la ponzoña queda en el aire, en el agua, en los alimentos. Se come, se respira. Una vez que entra al organismo su daño es impredecible. El agente deletéreo puede dañar el hígado, los riñones, el corazón. Si se ingiere de alguna forma es como tragar veneno para ratas. Sentirás nauseas, luego vómitos, convulsiones, retortijones, te doblarás del dolor en las tripas hasta que implores tu muerte para que todo pase.
Militares israelís hasta han admitido que han lanzado bombas con fósforo blanco contra Palestina. En el 2009 lanzó un ataque de misiles con esta sustancia contra un edificio de refugiados de ONU en la Franja de Gaza. También contra una escuela, un hospital y otros puntos no beligerantes. Ni siquiera lo utilizan para crear la humareda blanca y realizar otros ataques, sino que de frente lo insertaron en ojivas. Niños murieron por las quemaduras atroces del fósforo blanco. Y el poderoso Estado de Israel simplemente se zurró en los reclamos de Naciones Unidas. No da explicaciones, es juez y parte. El uso de fósforo blanco por parte de las Fuerzas Armadas israelíes está documentando en el informe de 71 páginas de Human Rights Watch, titulado Lluvia de fuego: El uso ilegal de fósforo blanco en Gaza.
Al respecto, Fred Abrahams, uno de los investigadores del documento, señala: «(Israel) También disparó fósforo blanco en repetidas ocasiones en zonas densamente pobladas, incluso cuando sus tropas no estaban en la zona y cuando otro tipo de cubiertas de humo, más seguras, estaban disponibles. Como resultado, civiles sufrieron y murieron innecesariamente». Las investigaciones de Amnistía Internacional también concluyeron que el químico fue utilizada deliberadamente.
El uso de esta mortífera sustancia no es un hecho aislado, es una política del gobierno genocida de Israel.
Por: Eduardo Abusada Franco
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