Nos sentamos en una mesa solitaria del Bar Cordano. Apoya su bastón en la silla. Tiene 76 años y camina con dificultad. Pide una Coca Cola, desde hace algún tiempo Manuel Acosta Ojeda ya no puede tomar licor. Es medio día y la luz que entra por la puerta de vaivén resalta las arrugas del hombre que ha vivido, del hombre que conoció todos los bares de Lima, del jaranero impenitente, del compositor del inmortal valse Madre. Acaricia la guitarra que no sabe tocar y Trome brinda con él, por el criollismo, por su madre y por todas las mamitas del Perú. ¡Salud!
*NOTA: Don Manuel Acosta Ojeda falleció en 2015. Esta es una entrevista que le hice en 2006 para el diario Trome con ocasión del Día de la Madre. La he rescatado de mi archivo personal.
Por: Eduardo Abusada Franco (La foto abridora es tomada de Internet de Norman Córdova Japay)
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Buenas tardes, don Manuel. Comencemos por sus primeros años. ¿Estudió en el mismo colegio que Alan García, no es cierto?
Sí, mucho después. No lo llegue a conocer. Cuando yo estuve en el Eguren, más bien estaba Walter Ormeño, el arquero, que le decían “Súperman”. Estaba también Juan Gonzalo Rose, el gran poeta. Estuvo también el futbolista La Lora Gutiérrez, habían varios arqueros. Yo también quería ser arquero, tenía 1.80 metros, pero estaba Ormeño.
¿Cómo fue esa época en el Colegio Eguren?
Éramos rivales eternos con el colegio San Luis, que era de curas; y el Eguren era un colegio de clase media baja. Entonces era chistoso porque para jugar los partidos grandes con el San Luis se prestaba el zapato; uno tenía un zapato de fútbol y otro corriente. No había plata, así que se turnaban los zapatos los zurdos con los derechos.
¿Cuándo descubre su vocación por la canción criolla?
Yo nazco en la maternidad de Lima en marzo del año 30. No había televisión y los días que pasé ahí ya escuchaba las serenatas. Desde el vientre de mi madre ya escuchaba música. Luego en mi casa, en Miraflores, la radio pasaba música pues, no ruido. La música más chabacana, para la gente digamos de medio pelo, era, por decir, Los Panchos, eso era vulgar. Música era Schubert, Mozart, Bach, etc.
Por un momento quiso hacerse cura, ¿no?
Sí, bueno, pero me hice un poco el sonso. En el Salesianos como tenía buenas notas me querían meter al seminario. Felizmente mi padre me salvó. El asunto de los sacerdotes era muy rígido, es como militares. Yo cantaba muy regular, fingía la voz para hacerla desafinada o fuera de ritmo para no cantar en el coro. Incluso el día del terromoto el 24 de mayo del 40 —creo que llegó a 8°—, la Iglesia, que era altísima, se movía como un péndulo de reloj al revés; y los curas dijeron a la gente del coro “Nadie se mueve”. Y se quedaron ahí rezando mientras la torre se movía como aguja de balanza.
¿Cómo nace el tema “Madre”, convertido en un himno de estas épocas?
Creo que eso es bien importante y tal vez sea la primera vez que va a salir bien claro porque a veces se equivocan los periodistas por el apuro. Juan Gonzalo Rose, señor poeta, decía que la canción que más le gustaba de todos mis temas era Madre. Entonces le pregunto por qué y me dice que por su sinceridad. La letra la escribí en un bar que se llamaba El Silletazo, porque las sillas paraban volando, en la esquina de Gonzáles Prada con Santa Rosa (en Surquillo). Yo cantaba regular y había serenatas, entonces hicimos un trío con Rómulo Palaviccini, Gerardo Hernández y yo, no se usaba cajón, era (entonces) solamente para los negros. Teníamos bastante fama en Surquillo porque no había otro conjunto. Entonces teníamos trabajo y nos pagaban 20 ó 30 soles, pero nos servían unos buenos platos de arroz con pato.
Entonces estábamos cantando después de una jarana, era sábado víspera del Día de la Madre. Eran las 7, 8 de la mañana y la gente ya llegaba a comprar panetón, botellas de champagne, chocolate, vino. Y yo pensé en mi bolsillo que estaba roto anímicamente porque no tenía ni medio, entonces me dio mucha pena, mucha tristeza no poderle llevarle nada a mi mamá. Y en una cajetilla de cigarrillos Nacional, que era lo más barato del mundo, en la parte blanca empecé a escribir “madre cuando recojas con tu frente mis besos…”. Seguimos tomando y cantando y seguía pensando que mal me había portado en lugar de tener un trabajo para poder llevar a mi mamá al cine… Tenía 20 años, ¿a edad quién lo frena a uno? Y seguí escribiendo cada vez más emocionado. La canción fue sincera porque la hice antes de que mi nombre suene en ningún lado. Yo escribí para mi mamá, una mujer sencilla, promedio y a las 11 de la mañana terminé la letra y la guardé en mi bolsillo, y sin llorar me fui a la casa porque me sentía muy emocionado. Mi padre casi se desmaya porque yo siempre llegaba martes cuando salía el viernes. Estaba sano y pasé linda la tarde con mi familia y el domingo fuimos al cementerio a ver mis abuelos. Ya después la seguí cuando pasó el día de la madre [sonríe].
¿Pero cómo se hizo canción?
Ahí se quedó la nota en el saco viejo. Tenía dos, uno viejo y el otro más viejo. De repente en el 55 hago “Un Atardecer”, que lo cantaron con éxito en radio nacional. Lo empezaron cantar Los Chamas y en todas las radios, luego se cantó a nivel mundial porque Gladys Zender fue elegida Miss Universo y cuando le preguntaron sobre sus gustos dijo en cuanto a música “Un Atardecer” de Manuel Acosta Ojeda por Los Chamas. Así un solo dato paso por todo el periodismo de esa época que era muy poco en ese entonces. Ya todos me llamaban. Entonces venía el Día de La Madre y me acordé. Busqué mi saco viejo, boté las polillas, saqué la letra y le puse música. Los hermanos Gómez de Los Chambas me dijeron que como que la cante otro no me hablarían nunca. La canción estuvo en el closet un año mientras la ensayamos en las noches para que nadie se entere. La cantaron en radio La Crónica. En el segundo párrafo Oscar Ríos Bromley, “Pararito”, que era la voz de Los Chamas se pone a llorar; Washington Gómez se quedó mirándolo y también se puso a llorar; Orlando, que no lloraba ni picando cebolla, también rompió a llorar; el público lloraba y yo fumaba como fiera para no llorar hasta que acabé llorando también. Se repitió tres veces.
¿Su madre que sintió?
Ah cuando, lo escuchó casi se muere, al igual que mi papá, porque fue muy emocionante.
¿Y cómo aguantaba la señora a un hijo tan bohemio?
Uyy…recontra malogrado era yo. Pero la suerte era que tenía teléfono desde antes de nacer, era el 266, de tres números nomás. Entonces de donde estaba jaraneándome buscaba un teléfono, la llamaba para que sepa que estoy vivo… pucha, cuando me acuerdo me dan ganas de llorar. Llegaba tarde, pero siempre llegaba.
¿Desde qué edad se jaraneaba Ud.?
Uyy…desde los 14 años.
¿Cómo era la bohemia de su tiempo?
Era muy sana. Todo ha cambiado tanto, los valores eran tan diferentes. Nadie bailaba con nadie en la fiesta sino habían bailado los dueños de la casa. Las fiestas no eran todos los días, eran solamente en el santo del viejo o santo de la vieja. Yo no recuerdo de ningún quinceañero. Cuando venía santo de fulano se preparaban meses antes.
¿Dónde se iban a bailar?
Habían 4 salones de baile donde iba gente de 21 años lo menos, nada de 18 en ese tiempo; las mujeres no tenían derecho a voto, su voto es muy bueno después… ja. Había el ‘Alice’ en el Jr. Huánuco; el ‘Gremios’, en la calle Gremios del Centro de Lima; el ‘Yolanda’, que estaba en Jesús María; y ‘La Andina’, en Surquillo, donde se tocaba mambo. Yo bailaba mambo, y bailaba bien creo; pero lo raro es que nunca hubo una orquesta de mambo acá. La radio permitía la imaginación, las mujeres se decían que “lindo canta esa voz, debe ser un hombre alto, guapo, ojos azules, no sigas, no sigas… «… y en realidad el cantante medía 1.60, narigón, pero las chicas suspiraban. Ya con la televisión cambió todo y no había defensas y los nuevos ritmos entraron con fuerza. Por eso yo pienso que la canción criolla está destinada a perecer. No hay nada que sea eterno, pero hay que defenderla. Que aguante la vieja hasta que muera.
¿Cuáles eran sus bares preferidos?
En el centro de lima, en la Colmena, cerca de Azángaro, estaba El Palermo. Era increíble, nunca ha habido nada igual en América Latina creo. La gente llegaba de otros países. Periodistas, intelectuales, músicos iban al Palermo. No había dos mesas homogéneas. La gente de San Marcos se miraba con la gente de la Cantuta por ejemplo, gruñían. La gente de la Católica se iba a un sitio especial, el más pituco; no había pues La Pacífico y las nuevas. Cada mesa tenía su poeta. Ahí conocí al poeta Martín Adán, era huraño, hosco como él solo, no saludaba a nadie. Si no iba con Gonzalo Rose no me daba la mano. Gonzalo se acercó y le dijo “maestro “, le contestó “hola, Gonzalo” y me miró a mí como perro. Gonzalo le dice “él es un amigo” y dijo “ya tengo muchos” o algo así. Gonzalo le dijo “él tiene canciones bien bonitas” y él contestó “yo no canto”. Entonces le cantó un pedacito de “Un Atardecer” y me invitó a tomar asiento. Tomamos un vaso de cerveza y nunca más hablé con él. Así sea verano siempre paraba con un abrigo, no hablaba con nadie.
¿Ud. Estudió en la universidad?
No, yo he ido a cantar nomás, y a tomar licor [risas]. Pero me he ganado algunas cosas. Iba y me sentaba a escuchar a los maestros como Raúl Porras Barrenechea, Jorge Basadre, Salazar Bondy, algo aprendí de la universidad… y a tomar también.
¿Y dónde la seguían?
El Chino Chino quedaba al frente. Todos los misios pasábamos ahí porque El Palermo a las 11 cambiaba de precio, subía casi al doble. De repente para que no venga tanta chusma ¿no?
Me dijeron que paraba en el bar Tobara de Surquillo.
Ahí he ido varias veces, pero era muy peligroso; y esto que yo no era ningún sonso. Había gente de mal vivir que venía de otros barrios. Ha habido asesinatos en al puerta. Recuerdo a un chico que le decían ‘Niño Bonito’. Mató a tres personas por una apuesta a quién era más rápido con la chaveta. Había también otra cantina por Salaverry, en la que paraban sobre todo criollos y todos se decían «oye salud…tu madre, dos más… tu madre». Para todo era «tu madre», se había hecho una especie de punto y coma, y se quedó con el Hogar de la Madre. También había El Sombrero, porque todo mundo le metía la cabeza.
¿No se armaban peleas en las jaranas?
Hubo una época en que apareció “la paradita de gusto”, que era un tontería. Consistía en que estábamos tomando en grupo y nos íbamos embriagando y de repente se retaban así de frente “una paradita de gusto”…”ya pues”, y salían a la calle, se metían el pantalón debajo de la media para no enredarse, se sacaban la camisa y se agarraban un ratito y seguían chupando. Era una cojudez, pero se hizo costumbre. Por ejemplo, en Surquillo había un buen peleador, el ‘Negro’ Felipe, hasta que aparece Lolo García ‘Carta Brava’. Así como los del far west lo buscó pues y le pegó. Luego todo mundo quería pegarle a Carta Brava y él fue por años el mejor. El inventó una patada que le llamó la “espuelérica”, que iba al tobillo. Había más estilo, no valía pegar en el suelo, sino los que estaban viendo se metían y le pegaban a uno.
¿Sigue tomando sus traguitos?
Ya no puedo. Pero nunca fui borracho porque borracho es el que se emborracha; yo era bebedor. Tenía buena consistencia.
¿Todo este tiempo algún Gobierno le ha dado un reconocimiento?
Bueno, sí, el año pasado Juan Sheput, Ministro de Trabajo, me dio no sé que Orden, una orden grandaza.
¿Alguna ayuda financiera ha recibido?
No, no, felizmente no. Hace daño.
¿Pero recibe regalías por sus temas?
No, porque eso lo roba la APDAYC, la Asociación Peruana de Autores y Compositores. El INDECOPI ha hecho una resolución mediante la cual SAYCOPE [Sociedad de Autores y Compositor Popular], que es la entidad que yo presido, no puede cobrar sus derechos de autor. Lo más grave es que estoy condenado por el delito de cobrar ¡mis canciones! sin permiso de Indecopi. Yo me río, ni he ido al Poder Judicial.
¿Para qué cantantes ha compuesto?
Nunca he pensado en eso. Una vez pensé un valse para un amigo mío pero ya se murió, así que mejor lo canto yo.
¿Porqué cree que ha perdido auge el criollismo?
Falta difusión. No hay oferta porque no hay demanda. En el año 53 se incia todo un ciclo increíble que dura solamente unos 15 años. Aparecieron Los Chamas, Los Romanceros Criollos, Los Davalos, etc. Esto abrió las puertas de la canción criolla y las 7 u 8 emisoras que habían, todas, hacían música en vivo, con butacas. Sale Tania Libertad con 10 años.
¿Pero qué pasó si estaba en auge?
La televisión y la falta de apoyo de parte de nosotros mismos. Se buscaba personas con lo que llaman “buena presencia”, que es una estupidez pero lamentablemente existe. O sea, un tipo feo no tiene buena presencia, si es chato peor y panzón ya no, que cante de espaldas. Aunque todo es propaganda; por ejemplo, María Martha Serra Lima es una gordota y es famosa, habiendo gente que canta mejor. Entonces no hay demanda, una persona joven hace una canción, y ¿quién se le va a cantar? Nadie, Eva Ayllón sólo canta a los famosos. No se puede estrenar.
¿Ahora está Ud un poco delicado, no es así?
Sí, pero mucho mejor que antes. La columna me molesta, ya tengo 76.
Tiene 76 años, ¿le teme a la muerte?
No, porque es inevitable. Si pudiera evitarla sí tendría miedo. Mientras más piensa uno en la muerte más quiere la vida, ¿no?
No es una despedida, pero ¿se va satisfecho de esta vida?
No, creo que podía hacer mucho más, pero el tiempo lo dirá. Estoy estudiando la cuestión esta del Internet, la vaina esa. Pero me siento muy contento de haber aportado algo.
¿Cree que estas cantantes que se paran peleando en la farándula como Bartola o Lucía de la Cruz, le hacen daño al criollismo?
Pero por supuesto que sí, dan una mala imagen. La gente piensa lo “criollo” como «a la criolla», o sea, desordenado a como algo pintoresco o huachafón. La gente dice «criollo» y piensa en trago, pichicata, marihuana, dos mujeres, y no tiene q ser así.
¿Qué buenas peñas recuerda?
La Palazida en la Av. Del Ejército era muy bonita.
¿Y La Valentina de la Victoria?
Era puro frenesí. Era puro “tucutum tucutum” y eso era todo, dirigido, como decirte, a la adrenalina. Una vez ahí, un amigo mío que tocaba la guitarra, se bajó y seguimos chupando y la gente ni cuenta se dio, porque todo era percusión.
¿Cómo empieza el Valse?
No se bailaba, era espiritual. Empieza con los negros de Malambo, en el Rímac, en 1898 o 1899. Pero eran negros por fuera, por serrranos, cholos, hablaban quechua algunos, cantaban yaravíes. La verdadera canción costeña es hecha por los negros.
¿Cómo ve los nuevos bailes como el perreo, porque el valse también fue irreverente en su tiempo?
El valse fue el triunfo de la burguesía sobre el feudalismo. Si sigue así la humanidad, a este paso el perreo será lo que era el minué hace tres siglos… ya terminarán pues copulando calatos en la calle, perreo sin forro, sin pantalón.
¿A quién le dedicaría el valse “Víbora”?
Jajajaja…a Martha Chávez. A Alan le cantaría “Caballito Blanco”.
¿Qué siente cuando muchos jóvenes se van a una fiesta de Halloween en vez de celebrar el día De la Canción Criolla?
Ni sé qué siginifica y eso que no es muy antiguo. Cuando yo era niño no había Halloween, ha nacido por el 45 más o menos. Da un poquito de cólera, pero no es culpa de la gente que lo cultiva, sino de los medios que lo promocionan.
Dice que el valse está muriendo, ¿Polo Campos puede ser uno de los últimos compositores?
Todo lo que nace tiene que morir. Hace años que no nace un autor de música criolla bueno que digamos. Polo Campos tiene mi edad, un año menos. Él tiene menos edad y menos escrúpulos también… ja… pero es mi amigo.
¿A qué edad fue su primera borrachera?
No borrachera, sino embriaguez. Fue a los 14 con dos cajas de cervezas entre 4 muchachos. Estábamos en cuarto de media me acuerdo. Nos las tomamos ahí en el parque nomás.
¿Cuánto tiempo lleva su actual compañera, Rebeca Román?
Ya van a ser 40 años.
¿La conquistó cantando?
Eso es bien interesante. Yo en el año 68, que la conozco ya no sabía dónde meter diplomas, medallas que me reconocían; ya había estado en Europa, en medio mundo y me daban homenajes por doquier; salía en revistas extranjeras y hasta películas hice —salí en un pedacito de Gregorio—. Y entonces cuando conozco a mi esposa, muy linda, ella no sabía ni Madre, ni una canción mía. Me quedé asombrado porque yo paraba en San Marcos, la UNI, y las chicas suspiraban; yo cantaba regular y no tenía las arrugas que tengo ahora. La conocí, nos hicimos amigos y me enamoré porque era una mujer muy fuerte, muy valiente. Es una mezcla así de la Thatcher con Martha Hildebrandt y un poco de Victoria Santa Cruz, un poco TNT; pero eso me hace bien, me controla.
¿Cuándo la conoció entonces se acabaron las jaranas?
Un tiempecito seguí, casi como 15 años. No puedo quejarme de mi esposa, comprendo que me he portado un poco mal pero felizmente ya pasó esa época.
¿Hizo alguna locura de criollo por ella?
No. Eso de «si no me quieres, me mato» es una cojudez. Si me quieres, pues me quieres; si no me quieres, chau. El problema era que tenía 5 hermanos. Yo creo que me buscó por eso, porque a mi no me podían pegar fácilmente; a otros enamorados les daban su tanda.
Cambiando de tema, ¿Ud. era amigo del gran cuentista Julio Ramón Ribeyro también?
Uy… de niños. Nos conocimos en un billar en Miraflores, en la Alameda Pardo. Había un billar que era para puro pituco, por donde está el Vivaldi. Ahí lo conocí a Julio Ramón, él era de clase media alta; yo no tenía ni clase creo, más misio que la patada. Pero como vivía a la espalda, en (la calle) Manuel Bonilla, iba al billar. Los chicos vivos de Surquillo, de La Victoria, iban a ese billar para ganarle plata a los blanquitos, había gente del Champagnat. Yo jugaba con las dos manos y me pusieron “El Sabido” y esto sale en la novela de Julio Ramón, Los geniecillos dominicales. Me acuerdo que con él parábamos en un bar que se llamaba Taca Taca, era de un chino, frente el Cine Marsano, ya no existe ya. Todos tenías una cultura maldita y yo era un borracho cantor, pero se me fueron quedando los nombres.
¿Qué recuerdos tiene de Julio Ramón?
Yo le ganaba al billar. Él tomaba muy poco, era muy débil. Ese nació flaco. Era tranquilo, nunca llegaba después de las 2 de la mañana, nosotros sí llegábamos a las 3 de la tarde. Recuerdo una vez que estábamos tomando frente a la huaca que le llamaban Juliana y a un pata le dio esa cosa que puede ser catalepsia. Parecía muerto, no tenía latidos, no tenía aliento, le pusieron el espejo. Éramos muchachos y nos moríamos de pánico. ¿Qué hacemos? Pensamos en enterrarlo en la huaca Juliana y buscamos una lampa por ahí y sólo encontramos una lampita como de juguete. Total que como a las 3 am el pata respiró «ahhhh» y nos fuimos a chupar a la casa de Julio Ramón, estaba aterrado el flaco, casi muere, lo tuve que llevar a su casa. Todos nos asustamos. Pensamos en la policía, asesinato y encima tomando una vaina que estaba de moda, que era la cáscara de plátano que la hacíamos hervir y era un alucinógeno maldito, era como un ayahuasca.
¿Y Ribeyro le soplaba algunas letras?
Él escribía mal. Empezó como poeta. Cuando yo conté eso a Caretas medio que se molestó, ya después reconoció sí que escribía mal poesía.
¿Ud llegó a tener filiación política?
Nunca he militado en ningún partido, pero he estado siempre muy cerca del socialismo. Desde la época del PC, en el 54 o 55, he estado por todos los partidos. Me identificaba con los de izquierda. Yo cantaba en San Marcos, en La Cantuta, La Agraria, en todas.
¿Nunca pensó tomar las armas como el poeta Javier Heraud?
Sí, sí, pero tomé trago mejor [risas].
¿Pero sufrió represión?
No. Me tenían miedo porque la gente de izquierda honest decían que yo era un vivo, que por lo bajo estaba buscando un “canazo” para mandarme a una senaduría. O sea para promocionarme con “canazo”. Estuve en la Prefectura varias veces, pero me sacaban rápido.
Hablando de coyuntura, ¿Ud por quién votó?
Por Tongo… ja.
¿Y para presidente?
Ah, el voto es secreto. El problema para mí no está en el gobierno, está en el sistema. Cada vez estamos más animalizados.
¿Cuál ha sido para Ud. el mejor presidente que ha tenido el Perú?
José Luis Bustamente y Rivero, que lo sacó Odría. Nadie habla mal de Odría pero sí de Velasco.
¿Pensó ser político alguna vez?
Todos somos políticos en alguna forma. No hay neutrales, no hay apolíticos. El que no está con los pobres, está con los ricos, así es.
¿Si tuviera a su madre viva qué le diría en su día?
Bueno, eso es una utopía porque es imposible; pero en el supuesto caso que ocurriera ese milagro, todo lo que podría decir es pedir perdón.
¿Qué le gustaría decirle que nunca le dijo, tal vez?
Te quiero. Los chicos somos achorados, todo lo sabemos, somos borrachos y a veces no decimos «te quiero». He podido portarme un poco mejor. Por eso es importante que la gente joven procure no llegar muy tarde, tener mucho cuidado, porque en verdad se afligen los viejos. A todos los que tengan su madre viva, les diría que tengan un poco más de preocupación por no darle cólera a los viejos, porque después, cuando se mueren ya es muy tarde para arrepentirse. Cuánto daría yo para estar un par de días con mi mamá, tomar desayuno, salir a pasear, pero eso ya es imposible. El tiempo se pasa y uno está chupando en El Palermo, en El Chino Chino, en el cuchitril y después no se puede recuperar el tiempo.
LETRA DE LA CANCIÓN “MADRE”
Madre, cuando recojas con tu frente mis besos
Todos los labios rojos que mi boca dejaron
Huirán como sombra cuando se hace la luz.
Madre, esas arrugas se formaron pensando
Dónde estará mi hijo, por qué no llegará
Y por más que las bese no las podré borrar.
Madre, tus manos tristes como aves moribundas
Déjame que las bese, tanto, tanto han rezado
Por mis locos errores y mis vanas pasiones.
Y por último madre, deja que me arrodille
Y sobre tu regazo coloque mi cabeza,
Y dime hijo de mi alma para llorar contigo
Por: Eduardo Abusada Franco
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