Ese día se apareció en el piso 7 del edificio donde quedaba el diario Trome, en el cual trabajaba aquel tiempo. Aunque viejo, lo reconocí en el acto. De hecho, siempre lo conocí ya bien mayor. Llevaba un pañuelo al cuello y un saco gastado que acusaba su actual pobreza; y sin embargo, los surcos de su piel aceitunada acentuaban una prestancia que se le notaba aún más en la voz y en los ademanes de sus manos. Hasta cierta arrogancia diría, pues se sabía —o quería ser— el primus inter pares de una generación pragmática y talentosa. Afianzaba tal idea de sí mismo en su sofisticado gusto por la música Bach, Chopin, Mozart y Mahler, y en sus estudios de teatro clásico.
Pero para mí seguía siendo, simplemente, el ‘Guayabera sucia’, una leyenda del hampa y la comicidad. Su nombre era Álvaro Gonzales, o así lo conocíamos. Nos fuimos a tomar un capuccino al café Manhattan, en el primer piso del edificio, y me contó entonces que en realidad se llamaba Romildo Curotto, pero se lo tuvo que cambiar porque “de la cazuela podían gritarme ‘Curotto, bésame el poto’”.
Esta entrevista la publiqué en 2008. El tiempo de ‘Guayabera sucia’ en esta tierra también pasó. Falleció en 2016. ‘La Banda del Choclito’ aún no logra asestar un golpe con éxito, pero eso no importa… el crimen no paga… el arte tampoco. Así me lo contó don Álvaro ese día, que se lo dijo el dictador Odría con estas palabras: “El arte es para maricones y putas”. También me contó por qué andaba sucia la benemérita guayabera y me chismeó que su viejo líder en el bajo mundo, Petipán, era realmente una mala uva. Acá se las dejo del archivo que encontré. Dedicado a ‘La Máscara’ y el ‘Panza e’ rata’, por los tiempos del periodismo antes del Facebook.
Por: Eduardo Abusada Franco
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Qué, tal don Álvaro, lo veo igualito, no envejece, ¿qué edad ya?
Todos los años tengo. Ya son 80. Comencé a hacer teatro en el año 1945. Terminaba la Segunda Guerra Mundial. En ese tiempo había buenos cómicos. El señor Paco Andreu salía, se paraba delante del micro sin libreto y comenzaba a improvisar y todo el mundo se carcajeaba. Yo comencé en las radionovelas con actrices como Elvira Travesí. Salíamos al aire con auditorio en vivo; hoy en cambio graban las risas.
De su promoción, ¿quién queda?
Queda, por ejemplo, el señor Fernando Farrés, que sigue trabajando en Así es la vida. Su verdadero nombre es Fernando Santa Cruz. Con él hacíamos los famosos ‘Michis’, que era un dúo. Él era tenor y yo barítono. “¡Párlame d´amore Mariú!” [canta], ahí nomás. Cantábamos los boleros antiguos y al final yo salía haciendo una tontería y el otro me agarraba a cachetadas y todo eso. Yo estudié canto un año. También estaba el señor Alex Valle, el papa del poeta Romualdo, su único hijo, que acaba de fallecer. Yo lo conocí una vez y era su admirador, pero se aisló demasiado. Estos genios no sé por qué son así.
Usted ha hecho mucho teatro y radionovela, pero su personaje más recordado es el ‘Guayabera Sucia’.
Ese sketch lo inventamos junto con Carlos Velásquez. Ya la gente se ha olvidado un poco, pero de vez en cuando por ahí un carretero o un ambulante me dicen “¡Guayabera sucia!”, pero a mí me da risa. Pero hay unos que no lo dicen con cariño. Me ven y me dicen “Guayabera… !sucia¡” [ríe].
¿Y por qué no lavaba, pues, la famosa guayabera?
Yo me compré una guayabera amarilla. Un día fui a la casa de mi hermano Pepe y él me dijo que le habían regalado una guayabera que no le quedaba porque tenía una barrigaza. La sacó y era amarilla. Otro día la hija de Camucha Negrete me regaló otra amarilla. Entonces tenía tres guayaberas amarillas que me las cambiaba; pero en el canal los compañeros siempre me veían con una guayabera amarilla y pensaban que era la misma. Me decían “por qué no te cambias la guayabera que ésta ya debe estar bien sucia”. Ahí comenzó la cosa, me decían así y fastidiaban de cariño, mucho antes de ‘La Banda del Choclito’.
El sketch de La Banda del Choclito tuvo mucho éxito, ¿por qué lo sacaron del aire?
El director de esa época, Carlos Velásquez, tenía otro sketch ahí en el programa y parece que no le gustaba el éxito de nosotros. Fue por celos y nos sacó, quería meter a sus engreídos. Pero duró buen tiempo, la gente nos reclamaba.
¿No siente qué se ha encasillado con el personaje del ‘Guayabera sucia’?
No. A mí no se me puede encasillar solo como cómico porque yo estudié arte dramático, inclusive estudié pedagogía teatral. Daba clases en el Mercedes Cabello, en el Alfonso Ugarte. Pero no se gana.
¿En ese tiempo ganaban bien los actores?
Por lo menos para un buen pasaje. Ahora estamos luchando para que se nos paguen las repeticiones, y el Gobierno se hace el loco. Una vez fuimos donde Odría y dijo que el arte es para «maricones y putas».
De los programas cómicos de ahora, ¿cuál le gusta?
Comenzando que yo no tengo televisor. Escucho música clásica.
¿Me va a decir que nunca ha visto el show de Carlos Álvarez y JB?
¿Qué les veo? Si veo los programas cómicos que hay ahora voy a aprender las mañas de todos ellos y se va a malograr mi calidad histriónica. Aún sigo haciendo cachuelos de vez en cuando, cuando me llaman.
¿Qué fue de los muchachos de ‘La Banda del Choclito’?, ¿qué es del Chino Yufra?
No sé nada de él. Él hacía de ‘Ojitos lindos’. Hay gente con la que todavía tengo cierta amistad, nos vemos, vamos a tomar un café, como Esmeralda Checa. Como no las ven, hay gente que cree que ya estamos muertos, pero yo almuerzo con ella. Con Alicia Andrade también nos visitamos.
Ah, ella era bien achorada y lisurienta, ¿no?
[Ríe] Ella es una mujer muy culta. Lo otro era en escena, pero después ella sostiene una conversación de cualquier índole. Una vez en Huaral una señora me invitó a su casa a tomar un café y me comentó que una vez fue allá Alicia Andrade y ella llevó a sus hijos para que se rían. Me dijo «cuando salió esa gorda, una señora Andrade, me comenzó a doler la cabeza por las lisuras que decía», jaja. Pero ella no es así, es muy fina, culta.
¿Qué fue del ‘Mapache’?
Él era José María Centurión. Murió, no sé de qué.
¿Por qué tuvieron tanto éxito?
En la banda eran tres manganzones y el jefe era un miserable como Petipán. Inclusive un día Alberto Terry [gerente de producción en los 80´s] dijo que lo cambiemos. “¿Cómo es posible que un enano así domine a esos tres?”, decía. Ahí está el chiste, le dije. Si Ud. ve todos los capítulos, verá que nunca pudieron robar nada. Siempre se equivocaban. El mejor, que hasta El Comercio nos elogió, fue una vez que fuimos a robar a una mansión y nos equivocamos de casa y nos metimos donde una gente pobre en Navidad que no tenían ni para el panetón. Tuvimos que hacer una colecta entre los cuatro para hacerles su Noche Buena. Todos los sketchs tenían un mensaje.
Se pegaban duro en la secuencia…
Es que Petipán no es actor pues. A la hora de pegar cerraba la mano así [hace puño] y le daba a uno de verdad, ¡pum! Yo un día le enseñé como pegar, hacer el ruido, pero a la hora de hacerlo era un actor emotivo. Era contador de carrera.
Hace poco salió un reportaje en que Petipán (Justo Espinoza) vivía solo y amargado, sin contacto con el mundo. ¿Cómo lo recuerda?
Por su misma estatura y porque nadie le hace caso es así. Era súper tacaño, no suelta un centavo. Además, como persona él se porta mal, no es bueno. Era retraído, piensa que todo el mundo le va hacer daño. Nunca se peleó con nadie, pero era retraído. Una vez fue un empresario para contratar el show y acordamos en cobrar 500 soles cada uno. Pero él pidió 2 mil y malograba el contrato. “Yo valgo”, decía.
¿Pero qué ha pasado en su vida que no quiere ver a nadie y sus vecinos dicen que es insoportable y no le abre ni a sus hijos?
No tiene hijos, puede que tenga hermanos. Dicen que es oriundo de Yanamaya, un caserío en las alturas de Jauja. Cuando estudiaba en San Marcos vivía en la ciudad universitaria e iba a almorzar al comedor del mercado de la Unidad Vecinal #3. Ahí conoce a una pareja mayor que tenía el restaurante y se hacen muy amigos. Los señores eran profesores jubilados. La mujer muere y el viudo le dice: “Justo, yo vivo muy solo, ¿por qué no viene a vivir a conmigo?”. Petipán fue con él y al tiempo se ofrece a pagar un alquiler. Como el viejo estaba enfermo, era Petipán quien iba a EMADI, los que construyeron la unidad vecinal, a pagar.
Pero entonces al menos cumplía con su parte…
Sí, pero ahí el hace un trámite para aparecer él como propietario de la casa. Al anciano le hace firmar unos papeles. Petipán empezó a llevar putas a la casa porque solamente ellas le hacían caso. Él se declaraba a todas las mujeres, pero no le daban bola. El anciano le dice que no podía hacer eso en su casa. Petipán le dijo “era tu casa, ahora es mi casa y hago lo que me da la gana”. Se armó un quilombo y pateó al viejito, luego trajo dos matones y a golpes botaron al anciano que acabó en el hospital. El párroco fue a verlo y buscaron unos abogados, pero ya la casa estaba a nombre de Petipán. El anciano murió en un hospicio y por eso los vecinos siempre lo odiaron. Salía a las 5 am y regresaba a la media noche para no encontrarse con nadie porque lo insultaban de asesino y ladrón. Eso debe acusarlo a él, tener adentro eso, cree que le van a quitar la casa.
Por: Eduardo Abusada Franco
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