Conocí a Max Crespo cuando me vino la ventolera de meterme en política. Él, abogado y político, ya estaba en ello. Actualmente es regidor en la Municipal de Miraflores, en la gestión que recién empieza. Pero de lo que hablamos más que de política, fue de libros e Historia. Si arrieros somos, en el camino nos encontramos. Y con ambas pasiones, nos encontramos en la ruta de los libros. Max acaba de publicar la novela El hombre de paja, su último libro; pues ya tiene experiencia en la literatura, siendo tres veces finalista del Premio Copé de Novela. La devoré en días, pues es una trama de juicios, toques policiales, con mucho ritmo y giros sorpresivos que mantienen el interés a tope. Es también un libro sobre abogados, un profesión que también nos conecta. Habiendo tanto en común, conversé con él sobre su novela.
El personaje principal, además de narrador en primera persona, es un abogado. Uno que trabaja temas de títulos de propiedad. En lo que tú has trabajado. ¿Qué tan “autobiográfica” es esta “ficción”, El hombre de paja?
Diego Malta es el nombre del abogado/protagonista y supuesto alter ego al que refieres. Profesionalmente, existe una importante diferencia entre él y yo: él es un abogado negociador, de gabinete y empresa; yo soy un abogado litigante, habituado a los procesos judiciales. Y, si bien me fue sencillo escribir a través de él, creo que yo no sería su amigo si lo conociera en la vida real. Me llevaría mejor con Walter Moya, quien ha resultado el personaje favorito de casi todos los lectores de la novela. En cuanto a personalidades, la mía está desperdigada en más de un personaje, pero admito que Malta es quizá quien mejor me representa, me guste o no.
En su libro Cartas a un joven novelista, Vargas Llosa explica: “La raíz de todas las historias es la experiencia de quien las inventa, lo vivido es la fuente que irriga las ficciones. Esto no significa, desde luego, que una novela sea siempre una biografía disimulada de su autor; más bien que en toda ficción, aun en la de imaginación más libérrima, es posible rastrear un punto de partida, una semilla íntima, visceralmente ligado a una suma de vivencias de quien la fraguó.” ¿Algo así es lo que gatilló esta historia?
Algunos creen que me basé en un caso puntual para adaptarlo a esta novela. En realidad, amalgamé las características de 4 juicios muy interesantes que tenía a mi cargo, todos sobre viejas herencias familiares sobre extensos territorios del Estado y que comprometían poblaciones enteras. Ahí solo queda derrotar al demandante en juicio o calcular el pago de una indemnización. Así nace el Caso Coloma que enfrenta a la fantasmal Hacienda Malaver (de la temida familia Toribio) con el pueblo de Coloma, que tiene como únicos defensores al caprichoso Diego Malta y al inefable cantinero Walter Moya.
En todo caso, tú ya has escrito otras novelas. ¿Es posible que uno pueda inventar ficción desde cero, de la nada, sin ninguna conexión con la historia que va a inventar?
Julio Verne y Emilio Salgari fueron dos de los más extraordinarios autores de novelas sobre aventuras, pero sus vidas personales respondían a las de hombres algo cortos para la acción. Esto me dice que la imaginación cumple un papel fundamental y pienso que empaparse de un tema (o vivirlo indirectamente como fue mi caso) es una forma de conexión. Por eso creo que hay niveles de conectar con aquello que vas a desarrollar. Así que te respondería que no, no es posible crear sin conexión. Algo tuvo que hacer ese puente para abordar una temática, aún si ese puente fue sumergirse en una biblioteca para conocer desde cero una determinada materia. Aún si tu cuerpo no fue a los sitios de la trama ni conoció directamente personas que luego fueron personajes, tu mente e interés conectó y no me parece menos meritorio que haberlo vivido en carne propia.
Leí con mucho interés tu novela, pues la trama es atrapante, hasta genera ansiedad, quería adelantar las páginas para saber qué iba a pasar. ¿Cuánto tiempo te tomó pensar este argumento y escribirlo? Me parece que alguna vez conversamos, antes de que publiques El hombre de paja, y considero que ha sido relativamente rápida su creación.
Aquí debo explicar el contexto de su escritura. Inicié EHDP a modo de catarsis tras salir intempestivamente de la SBN, donde era abogado de la Procuraduría Pública y estuve a cargo de juicios emblemáticos con temática similar a la de la novela. Recuerdo haber comenzado escribiendo de un tirón las primeras 60 páginas una noche de septiembre del 2017. En ese momento supe que la terminaría sí o sí porque todo me resultó tan familiar que parecía un día a día profesional lo que redactaba. Llegué a las 150 para fines de dicho año y la acabé en junio de 2018, cuando ya había retornado a la SBN y vuelto a tomar contacto con aquellos casos judiciales que me inspiraron, lo cual me dio un nuevo impulso para su rápida culminación. Desde luego, siempre hubo revisiones para pulirla lo mejor posible durante todo el 2018, pero básicamente fueron 10 meses los que me tomó escribir El hombre de paja.
¿Qué quiere decir “el hombre de paja”? Para que no se preste a confusión con los que aún no han leído la novela.
Ya no sé cuánto chiste se ha hecho por el curioso título que evocaría alguna práctica onanista, pero debo aclarar que se refiere a una falacia, es decir, a una táctica engañosa de argumentación que se encuentra muy presente en varios momentos de la novela. Ésta se basa en exagerar o ridiculizar la posición del contrario para fortalecer o hacer que se perciba como más conveniente la propia. En sí, la novela contiene una serie de acertijos y retos mentales camuflados, pero eso es algo que el lector irá descubriendo para sí mismo.
En este libro se toca mucho el tema de juicios, parece esas películas gringas con juicios y hasta uno espera que exista un jurado. Hay una frase excelente, que incluso la editorial la puso en la portada: “¿Qué mejor actor que aquel que no sabe que está actuando?”. Tú eres abogado, además de novelista. De hecho, es tu trabajo principal si no me equivoco, el de ser abogado. Como recuerdas, escribí un libro sobre Derecho. Allí los abogados Alfredo Bullard y Ghersi comentan sobre la intensa relación entre el abogado y el teatro. Bullard hasta escribe guiones de teatro. Decían que el Derecho, en los tiempos de la Grecia clásica, era una parte de la literatura, de la retórica. ¿Qué tanto de actor puede o debe tener un abogado? Y si es así, ¿es porque debe mentir para convencer a los jueces o acaso se le puede llamar solo “persuasión”?
El solo hecho de asumir una causa o interés ajeno como propio ya te exige cierta impostación. Debes aprenderte una versión y discurso que no es originalmente tuyo, como en una obra de teatro o guion de cine. Usando estos ejemplos, ¿acaso el actor miente? De alguna manera, sí. Ya que actúa y no es lo que dice, pero es su oficio. ¿Entonces el abogado también miente? Si sabe que la Ley lo ampara, no. Si trata de forzarla, ya es otro tema, pero también es válido buscarle interpretación conforme a cada caso. Finalmente será el juez quien administre Justicia. La persuasión es solo un tema de capacidad personal, y a veces los abogados debemos emplearla más con nuestros clientes para darles seguridad que con los jueces para ganar el caso [risas].
Has sido tres veces finalista en el segundo lugar en el importante Premio Copé. ¿Tú vocación de escritor es más fuerte que la de abogado o al revés?
Ninguna compite con la otra y ambas han aprendido a convivir en mí con armonía y hasta colaborándose, lo cual me llena de felicidad. Desde luego, ser abogado me gusta y mucho, pero la literatura es una pasión afiebrada que sabe en qué momento brotar en mi agenda sin perjudicar mi práctica profesional, que es la que finalmente paga las cuentas. Yo no escribo por expectativas de lucro o de reconocimiento social, pero es indescriptible lo que siento cuando termino un capítulo o novela y tengo la seguridad que cada minuto que invertí en ello lo ha valido. Desde luego, la simbiosis que han logrado ambas vocaciones para el desarrollo y éxito de crítica de El hombre de paja es lo que hace que le tenga un cariño tan especial a esta novela.
En una parte de la novela, un personaje hace una interesante reflexión sobre que nos hemos vuelto “una república tecnocrática” a partir de los años 90. Es, digamos, la rivalidad entre tecnócratas y políticos. Aunque los políticos de ahora están muy venidos a menos. ¿Cuál debe ser para ti, como político que también eres, el tipo de funcionario público… uno más técnico o más político?
El hombre de paja no disimula su interés por despertar crítica social y consciencia política desde las situaciones más simples, si el lector así lo quiere. En lo personal creo que la tecnocracia en el Estado es meritoria, pues trae progreso e innovación; pero la falta de operadores políticos reales le vuelve inestable a la primera crisis. Un claro ejemplo fue el gobierno de PPK y su incapacidad para sortear a sus rivales políticos. Mientras que un Estado ideologizado o de cuotas partidarias podría mantenerse en el tiempo y aparentar estabilidad, pero lo torna miope y burócrata hasta la ineficiencia. Su claro ejemplo fueron los años 70s y 80s. Por eso el arte de gobernar no radica en desterrar a unos en beneficio de los otros sino de balancear y saber dónde ubicar a cada elemento para que un gobierno funcione, dure y alcance sus objetivos.
Finalmente, como te había comentado, siendo una novela de juicios, es también policial. Tiene la trama mucha acción. Creo que puede ser llevada al cine. ¿Ahora vas a descansar de la escritura para promocionar El Hombre de Paja? ¿Hay alguna idea o a germen ya de otra historia?
Desde el 2020, luego de escribir 5 novelas en 10 años, decidí tomarme un descanso para cosechar lo producido y poco a poco colocar mis obras. Actualmente alterno la función de Procurador Público de la Municipalidad de Pueblo Libre con la de regidor del Concejo Municipal de Miraflores y mientras me aclimato a esta agitada pero emocionante agenda prefiero ir publicando de a pocos con la promoción correspondiente. La idea es cumplir tanto profesional como políticamente y no decepcionar a la ciudadanía. Eso requiere disciplina y, desde luego, la siempre bienvenida creatividad.
Comenta aquí