El tamaño sí importa. Tal vez no siempre para causar placer, como dicen los especialistas del sexo, pero sí para pasar a la historia. Al Olimpo de los hombres cuyo falo alcanzó proporciones bíblicas. Esta es la historia de cinco hombres muy disímiles entre sí. Algunos separados por la barrera del tiempo, otros por el espacio, pero todos esculpidos con el mismo generoso cincel: uno que les talló un enorme pene.
Por: Alejandro de la Fuente / Eduardo Abusada Franco
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LA MADRE VERGA
Uno nació en la península Ibérica, pero a decir verdad tenía más de “península” que de Ibérica. Ya desde pequeño su reflejo desnudo en el espejo le insinuaría que sería actor porno. La mañana en la que Nacho Vidal, actualmente el actor porno más famoso del mundo, hizo su debut, estaba preocupado. No sabía si el tamaño de su herramienta de trabajo sería el ideal para aquella película rodeada de hermosas y exuberantes mujeres. Días antes había peleado con su enamorada, quien se recuperaba en una clínica catalana por los dolores pélvicos que sufrió en una noche de pasión. Nacho no había medido la fuerza de sus descomunales 25 centímetros de vigor.
Nacho nació en Barcelona el 30 de diciembre de 1973. Pasó una infancia plagada de escaseces y necesidades; aunque ya sabemos qué cosa sí le sobraba. Ya adolescente no imaginó que alguna vez sería la estrella de aquellas películas que veía a escondidas en el viejo VHS de su padre. Hoy, 40 años después, ha grabado más de cinco mil películas y es ídolo de muchos amantes del cine porno. No hace mucho lanzó su propia marca de perfumes: Nacho 25. «Es inconfundible. Para fabricar el pomo hicieron un molde con cera para que quedara del mismo tamaño de lo que me hizo tan famoso», confesó Nacho.
EL PLAYBOY ESTÉRIL
Porfirio Rubirosa vio la luz en República Dominicana. Fue diplomático y nunca hubiera podido siquiera imaginar que, años después, un anonadado Truman Capote escribiría sobre su fisonomía. Cinco matrimonios, más de mil mujeres, cero hijos y un pene que pocas podrán olvidar. Esto podría describir muy bien al más celebre playboy dominicano y quizás del mundo entero. Refinado desde pequeño, y criado en París, supo entender muy bien el arte de la conquista femenina (especialmente si eran millonarias y bellas). ‘Rubi’, como le decían de cariño, tenía la combinación perfecta: belleza, caballerosidad y una extraña protuberancia que relucía soberanamente cuando vestía aquellos escuetos pantalones que usaba para jugar el polo, su otra afición.
Truman Capote, el célebre escritor que hizo de la homosexualidad un valor agregado y que tenía mucha curiosidad por conocer a ‘Rubi’, escribió sobre él: “Tenía un pene de 27 centímetros, color café con leche y grueso como la muñeca de un hombre”. Capote, como buen periodista, no mentía, pues muchas de las amantes de Rubirosa describieron sus relaciones sexuales y concordaron en que, a pesar de la extrema delicadeza que este tenía para saciarlas, era inevitable sentir dolor a causa del taladro.
Entre sus conquistas más resaltantes están Sza Sza Gabor, Doris Duke y dicen las malas lenguas que la mismísima Eva Perón se veía a escondidas con él.
PELOTEABA USANDO UN CAÑÓN
Nació bajo el nombre de Manuel Francisco dos Santos, pero la posteridad lo conocería como ‘Mané Garrincha’. Por su jogo bonito la afición lo apodó también ‘la Alegría del Pueblo’. A su vez, Garrincha es el nombre de un pajarillo feo. En buena cuenta, se podría decir que este hombre era “el pájaro que hacía feliz al pueblo”. A los diez años se fumaba una cajetilla de cigarrillos completa: la preocupación por su pierna derecha, que era 6 cm más corta que la otra, producto de la polio, lo angustiaba. Años más tarde, la vida se los devolvería en otra moneda.
Además de futbolista, algunos lo acusaban de “pistolero”. Cuenta un defensor rival, al que una vez le tocó marcarlo allá por los años 50, que en un saque de esquina percibió la presencia del brasileño tan cerca que tuvo que alejarse, pues sintió una especie de punzada que lo había golpeado en la pierna. La conglomeración de jugadores en el momento permitió que Garricha escapase y metiera gol. Aquel marcador, que no estaba enterado de la dotación de su rival, creyó por muchos años que el tramposo Garricha había usado algún plumón grueso que llevaba escondido en la media para golpearlo y sacárselo de encima. Tal vez fue alguna despampanante hincha apiñada en la tribuna la que hizo enhestar el obelisco que escondía en su trusa. El defensor, obviamente, quiso mantener el invicto en la zaga.
Otro hecho curioso respecto a Garrincha se desprende del libro biográfico La estrella solitaria, del periodista Ruy Castro. Uno los capítulos, dedicado a la actividad sexual del astro, narra cómo este era capaz de conseguir múltiples amantes y dejarlas satisfechas. Garrincha no era un hombre particularmente guapo, pero lo que no tenía de inga lo tenía de “pinga”. Cuenta el escritor, según testimonios de muchas mujeres, que Mané poseía un arma de más de 25 centímetros. Años más tarde, una de las 15 hijas denunció al biógrafo por “daños morales” hacia su fallecido padre. El fallo de los tribunales fue materia de carcajadas en la población, pues el juzgador adujo que, lejos de ser algo que lo deshonre, era un hecho que debiera ser materia de orgullo, pues representaba la sexualidad y virilidad del pueblo de Brasil.
EL TERROR BAJO LA SOTANA
A fines del siglo antepasado, en la impronunciable ciudad rusa de Pokróvskoye, vivió un místico y mítico monje ruso. Dice la leyenda que, una vez muerto, fue castrado y el legado de su entrepierna permanece en un frasco con formol en algún museo de San Petersburgo.
Puede que Rasputín haya sido el hombre con el pene más grande de la historia la humanidad. Se incorporó a la corte del zar Nicolás II ganándose el fanatismo de la zarina, pues aquel monje de mirada siniestra y barbas largas era el único capaz de contener la hemofilia de su querido hijo, el zarévich Alexis. Pero ese no era el único “mágico poder” de Rasputín. Nadie sospechaba aún que bajo su sotana escondía un animal tan grande que lo convirtió, en poco tiempo, en materia de curiosidad de muchas mujeres de la época. De hecho, el ‘Monje Loco’ se despachó a muchas cortesanas. Le adjudicaban poderes de hipnotismo, aunque francamente no los necesitaba. Lo hipnótico lo traía bajo la cintura.
No hay una medida exacta de la longitud que alcanzaba en erección, pero el rumor que ha viajado de boca en boca (algunas haciéndose agua) durante décadas dicen que llegaba a las 30 y pico centímetros. Algunos historiadores aguafiestas refutan esas versiones y dicen que apenas era de 28.5 cm (¿‘mechacorta’ el monje?). Como sea, la supuesta boa rusa descansa hoy en un frasco en el Museo del Erotismo en San Petersburgo.
MACHO PERUANO QUE SE RESPETA: EL PENE MÁS BRAVO DEL PUERTO
Y, como no podía faltar un peruano que sacara pecho por sus compatriotas, aparece un futbolista chalaco que, según cuentan sus compañeros, dejaba bizco a más de uno cuando entraban a las duchas. Otros, avergonzados, solo atinaban a cubrirse con la toalla.
‘Kukín’ Flores no solo ha dado que hablar en las páginas de deportes, farándula y hasta policiales, sino también entre sus amigos de barrio u oficio, algunos de los cuales han dado fe para esta “investigación” de que el mediocampista no tendría nada que envidiarle ni al propio Nacho Vidal.
Nuestras fuentes cuentan que a ‘Kukín’, cuando era chibolo y con algunas copas de más, le encantaba alardear de la generosidad que el de arriba había tenido con él. Simplemente se bajaba el pantalón y la mostraba a todo aquel que estuviera dispuesto a sorprenderse. El mito del chico “pingón” del ‘Llauca’ se hizo popular en todos los rincones del puerto. “Una vez allá, en (…) donde los peluqueros cierran las calles para jugar vóleibol, nos aparecimos con ‘Kukín’ para joder y tomar unas cervezas con los travestis, que se ponían la juerga”, nos relata la fuente. Pero, ¡oh no!, ‘Kukín’ quería bajarse el pantalón en terreno equivocado. Las cervezas fueron llegando y los peluqueros hacían algunas pausas para darle curso a la bebida. Hasta que el momento llegó. “Yo soy el más pingón del Callao”, se le escuchó al aún adolescente futbolista. Una voz desafiante lo obligó a probar lo que vociferaba. El rumor estaba instalado desde hacía algún tiempo. ‘Kukín’ se bajó el pantalón y un gélido silencio que lo llenó de orgullo se apoderó de la calle.
Un “mujerón” sonrió al verlo. “¿Así que tú eres pingón?”, le dijo. Se acercó a la manchita de Kukín, se sacó la peluca y se abrió la bragueta. Kukín y sus amigos tuvieron que tirarse para atrás para no ser atravesados. Flores bajó la cabeza y calló en señal de derrota, humillado en lo más profundo de su hombría. Había alguien más bravo que él en el puerto… y era mujer.
NOTA: Esta crónica, en clave de humor, fue escrita en 2014 para la desaparecida revistas VelaVerde.
Por: Alejandro de la Fuente / Eduardo Abusada Franco
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